¿Preparados para desconectar? ¿Sí? ¿No? ¿Quizás? En cuanto lleguéis al Delta del Ebro el paisaje cambia por completo. Desparecen los desniveles y la rectitud del horizonte roza casi la perfección. Esta panorámica de 320 km2 de superficie llana crea un efecto óptico que se traduce al instante en una sensación de oxígeno y libertad. Ahora bien, el Delta del Ebro, con Deltebre como núcleo poblado más grande, es mucho más que esto. Para empezar, la zona húmeda más importante de Cataluña y la segunda de la península Ibérica. Un espacio donde se pueden observar más de 350 especies de aves diferentes, así como pescar tanto en el mar como en el río, y saborear unos de los mejores arroces del mundo. Como dicen en Deltebre, el arroz se planta en abril, se siega en septiembre y se come todo el año. Bienvenidos a la "Cataluña insólita", como apuntaba un cartel en la entrada del pueblo hace unos años.
Lo más interesante de visitar el Delta del Ebro es que en cada época del año tiene un color diferente. Durante el invierno, los campos están secos; cuando empieza la primavera son espejos de agua debido a la inundación previa a la plantada; en verano se vuelve verde, para derivar hacia el amarillo una vez el arroz ya está a punto para la siega. Y así se encadenan las estaciones en un ciclo infinito.
Cuando llegas al Delta, transitar por la red de pequeñas carreteras locales ya es toda una experiencia de etnología. Imperdible, creednos. Agricultores de más de ochenta años que vuelven a casa después de pasar la tarde en la finca con su bicicleta; hombres y mujeres con los pies en el barro que sacan algunas especies invasoras como los caracoles manzana de alguna esclusa de los canales de agua; segadoras último modelo abriéndose paso entre un grupo de turistas que van en bicicleta. Y todo esto, mientras aparecen de forma intermitente ante nuestros ojos las barracas tradicionales, las construcciones típicas del Delta.
Os recomendamos que, después de instalaros –en este caso tenéis una oferta muy variada: podéis hacerlo en cámpings, hoteles, hostales, casas rurales o apartamentos turísticos–, vayáis directamente al Ecomuseu, que está situado en Deltebre. Allá encontraréis una representación del Delta en miniatura, donde están los elementos naturales que forman el paisaje, así como las actividades tradicionales. Este lugar también es un punto de información turística, así que mataréis dos pájaros de un tiro. Allá os informarán sobre qué actividades se adaptan mejor a vuestras inquietudes y ya estaremos preparados para vivir plenamente el fin de semana.
Si tenéis un rato por la tarde, os recomendamos que visitéis el Museo del Arroz, ubicado en las instalaciones del Molí de Rafelet, en el mismo casco urbano de Deltebre. Esta empresa hace gala de producir arroz de manera artesanal y ecológica, y así enseña su modus operandi a los visitantes. Por la noche, no perdáis la oportunidad de disfrutar de la luna reflejada en el agua del río Ebro, justo a su paso por Deltebre. Dad un paseo por Lo Passador, el puente que une las dos orillas del río y que ha venido a sustituir el paso de barca tradicional entre los hemideltas norte y sur. Para cenar, os aconsejamos que piquéis algo ligero y vayáis a tomaros una copa de bienvenida en alguno de los ambientados pubs locales. Si tenéis la suerte de visitar Deltebre a mediados de julio, podréis disfrutar de los espectáculos de danza del Deltebredansa, un festival internacional que acoge a bailarines de todo el mundo.
Ir al Delta es casi sinónimo de pedalear. La bicicleta es uno de los medios de transporte más aconsejables para recorrer los caminos que os acercan a las lagunas que pueblan la zona. Además, os permite observar de cerca todas las maravillas del Parque Natural. Una idea es salir del Ecomuseu -donde alquilan bicicletas- e ir a la desembocadura, o bien a la Badia del Fangar.
En el primer caso, se trata de un recorrido circular de 32 kilómetros con el que se llega a la urbanización de Riumar, y después se bordea la laguna del Garxal hasta el faro. Atención porque la laguna del Garxal, en Deltebre, ha sido escogida por la Guía Repsol como representante de Cataluña para optar a ser El Mejor Rincón 2014, junto con otros 16 enclaves repartidos por la geografía española. Este faro es un moderno mirador desde donde se observa toda la desembocadura del Ebro. Un lugar único donde río y mar se encuentran.
La ruta hacia la Badia del Fangar también es muy recomendable, y más corta que la anterior puesto que se van resiguiendo canales. Incluso podéis ver embarcaciones para la pesca tradicional. Desde el llamado puerto de Isla de Mar podéis bordear la embocadura hasta llegar al desagüe de Rompent y, desde este punto, volver al inicio pasando cerca del Canal Vell y por el paso de la Canyadora.
Después de esta ruta, en el supuesto de que no os hayáis querido llevar el picnic, es momento de vivir la gastronomía en primera persona. Como no podía ser de otro modo, el arroz de pescado, el arroz con pato, el arroz negro, la sopa de arroz o el arroz con judías y nabos son algunos de los platos típicos del Delta. En la mayoría de lugares lo preparan bastante bien, a pesar de que hay que informarse sobre los precios, puesto que, conocedores de su potencial, hay lugares que lo cobran a precio de oro.
Mejor si continuamos el día en plena naturaleza, ¿no? Os proponemos dos actividades de turismo activo especiales. Como ya habréis comprobado, Deltebre está ubicado entre el mar y el río, por lo tanto, este pueblo tiene una larga tradición pesquera. En estos momentos, hay personas que se esfuerzan en enseñar a los visitantes cómo eran las artes de pesca tradicionales en las lagunas del Delta. Uno de ellos es Josep Bertomeu, más conocido como 'Polet'. Con su conocimiento de las dinámicas más antiguas de los antepasados, su pasión por el Delta y su carisma para enseñar con gracia, es casi un 'must' para adentrarse desde la práctica en la pesca. "Ya de muy pequeños aprendimos a cazar ranas y patos con 'paup', con 'reixaga', con 'gamber'; a recolectar caracoles, robellones de 'xop', 'lliscons' o semillas para los patos...", explica el mismo 'Polet' a sus visitantes. Si no habéis entendido ni una palabra, él os las explicará.
En cuanto a la pesca, Deltebre también ofrece la posibilidad de practicar la pesca deportiva. Hay varias empresas que operan tanto en el mar como en el río desde una embarcación. Dejando la pesca de lado, si os hace ilusión vivir en primera persona la sensación de recorrer kilómetros de playa a caballo mientras se pone el sol, aquí podéis hacerlo. Por la noche, os recomendamos un paseo nocturno por la Punta del Fangar hasta el faro. Si dejáis el coche delante del restaurante Los Vascos, podéis andar seis kilómetros hasta el faro. Si hay luna llena, la experiencia será más que mística.
Una de las actividades turísticas más institucionalizadas del Delta son los cruceros turísticos por la desembocadura. A pesar de que muchas veces el barco con los banderines y el megáfono os puede generar un poco de urticaria, ésta no deja de ser una de las mejores experiencias para vivir en esta zona.
Los cruceros salen desde la urbanización de Riumar, situada a unos 7 kilómetros de Deltebre, en dirección a la desembocadura. Desde allá se ofertan, como mínimo, tres rutas: a la propia desembocadura, desde donde se puede observar cómo se unen las aguas del río y del mar desde dentro. Otra de las posibilidades es ir al río Mijorn, antigua desembocadura del Ebro, o incluso hacer un trayecto recorriendo la Badia dels Alfacs observando los viveros de mejillones, las salinas, la Punta de la Banya y contemplando, desde otra perspectiva, el Parque Natural del Delta del Ebro.
Normalmente estos paseos duran entre una y dos horas. Incluso hay una de las embarcaciones que tiene un restaurante dentro. Si os sobra tiempo después del paseo con la barca, perdeos por las playas de Riumar y tumbaos un poco al sol antes de daros un baño. Allí también encontraréis varios servicios turísticos, entre los cuales podemos destacar el alquiler de bicicletas, que os permitirán conocer el entorno de una manera diferente.
Para comer, si ya habéis probado el arroz, os recomendamos que comáis un buen surtido de tapas de pescado y marisco, otro de los atractivos de la zona. Mejillones, almejas, ortigas de mar rebozadas, navajas y unos buenos buñuelos de bacalao os seducirán, seguro.
No podemos irnos de Deltebre sin practicar una de las actividades que hacen esta región única en el mundo: la observación de pájaros, una actividad también conocida por su nombre en inglés, 'birdwatching'. Ésta es una actividad que gana adeptos día a día. No hay que ser ningún experto para hacerla, sólo hay que tener la suficiente curiosidad como para distinguir los pájaros más comunes - un gorrión, de una gaviota o una paloma- e ir incrementando poco a poco el número de pájaros identificables. Y si tienes unos prismáticos y una guía con una lista de los pájaros clasificados, mucho mejor, por supuesto.
Los lugares óptimos para hacer esta actividad son los miradores de las lagunas como, por ejemplo, la de las Olles, el Fangar o el Canal Vell. En este último caso, se puede observar una gran concentración de aves en determinadas épocas del año. La laguna del Canal Vell, a pesar de ser propiedad privada, es interesante por una cosa: entre los meses de octubre y mayo, los pescadores de la cofradía de Sant Pere de La Ràpita practican la pesca con artes tradicionales, y os dejarán ver cómo lo hacen.
Antes de marcharos de Deltebre, es obligado hacer una ruta para cargar el maletero de los mejores productos locales. Os recomendamos comprar anguilas, pato, arroz de múltiples variedades y la bebida estrella de los últimos tiempos: el licor hecho con arroz de la zona, ideal para degustarlo con los postres. ¡De este modo se empieza mucho mejor la semana!