Escapada al Maresme: pueblos y villas de interior

Alella es sinónimo de viñedos y de vino. Su D.O. es pequeña, pero con mucha historia y a un volantazo de Barcelona. Queremos, en la primera tarde por tierras del Maresme, visitar alguna de las bodegas que elaboran estos vinos, mayoritariamente blancos, y elegimos una opción que tiene muy buena pinta: conocer el Celler Alta Alella con una excursión en 4x4 por los viñedos y tomado un aperitivo con vistas a las plantaciones y al mar. Tampoco faltará, por supuesto, una degustación de vinos y cavas que elaboran.

Se trata de una bodega familiar que prouduce vinos ecológicos y situada en Can Genís, finca modernista. Una excelente manera, pensamos, de empezar nuestro viaje, que además nos liga con las raíces profundas de la comarca. Quizás hoy la viña no está muy extendida en el Maresme, pero desde la llegada de los romanos y hasta la Revolución Industrial del siglo XIX los viñedos y sus uvas salpicaban por todas partes este territorio. Viñas verdes junto al mar...

El segundo día lo pasaremos entero en Premià de Dalt, descubriendo muchos de sus tesoros. De entrada decir que es un pueblo que tiene su encanto, especialmente las masías que se conservan en el mismo núcleo. Así que, vayáis donde vayáis, seguro que daréis un bonito paseo.

Sí que os queremos indicar, sin embargo, algunos rincones que no os podéis perder, y que no siempre quedan en el centro de la población. Es el caso por ejemplo del emblemático santuario de la Virgen de la Cisa. También en las afueras se encuentra el interesante yacimiento íbero de la Cadira del Bisbe. Está sobre una colina de la vertiente sur de la Cordillera Litoral, y disfrutaréis de buenas panorámicas hacia el mar además de poder pisar un poblado de los laietanos, que era como se llamaba la tribu íbera que habitaba estas latitudes unos 2.500 años atrás. El yacimiento está parcialmente excavado, y se puede distinguir una calle, tres casas y una torre.

Precisamente desde el lado del poblado sale una ruta que se adentra en el bosque, bautizada como la Ruta de la Ardilla. Si la hacéis -el itinerario es circular y se cubre en un par de horas-, conoceréis la flora y, con suerte, la fauna de la Cordillera Litoral, y llegaréis a la ermita de San Mateo, de origen románico.

En el centro de la población está Can Franquesa, sede de la Sociedad Cultural y Deportiva Sant Jaume. Destaca su torre medieval, pero todo el conjunto es de gran belleza y apetece sentarse en su terraza.

No muy lejos está el Antiguo Ayuntamiento, hoy sede de la policía local, una construcción pensada como escuela pero siguiendo el diseño de las fábricas industriales del siglo XIX, con varios elementos ornamentales modernistas. El conjunto de casas de coso de la calle de las Flores, la masía de Can Verboom, o la capilla de Santa Ana son otros puntos de gran interés de esta localidad del Maresme.

Algunas curvas de carretera nos llevan a Òrrius, el único pueblo del Maresme que no llega a los mil habitantes, pero un buen lugar donde pasar el último día. En cuanto a extensión no es el más pequeño de la comarca, porque su término municipal incluye mucho terreno forestal, pero el núcleo urbano sí que es chiquitito. Destacan dos grandes edificios: la iglesia, de finales del gótico tardío, y Can Cunill, una casa del siglo XVII.

En Òrrius el tiempo transcurre despacio, nada que ver con muchas de las poblaciones cercanas, sobretodo las que tocan al mar. No es extraño que por ejemplo estableciera aquí su taller y encuentre la inspiración del escultor de Mataró Manuel Cusachs, de quien Salvador Espriu dijo que "domina como pocos su oficio y al mismo tiempo es un artista muy sensible y penetrante psicólogo . Es un escultor completo".

Panaderías y restaurantes con productos de primera calidad ocupan los locales más céntricos. Más allá, podéis emprender algunos caminos y echar un vistazo a las masías, algunas hoy segundas residencias. ¡Ah!, y un momento muy adecuado para visitar Òrrius es por los alrededores de San Esteban, cuando todo el pueblo participa del Pesebre Viviente -se llevan a cabo dos representaciones dos días seguidos. Un espectáculo gigantesco para un pueblo pequeño pero que hay que conocer.