Tarde día 1: Capafonts, La Mussara y la Abellera
Media hora de coche nos separa de la Mussara, una aldea despoblada desde el año 1959. Las panorámicas sobre el Campo de Tarragona son bonitas, pero quizás lo que más nos atrae del lugar es su aire romántico y enigmático. La Mussara pertenece al municipio de Vilaplana, y en medio de las ruinas se alza con fuerza la iglesia y su campanario de mediados del siglo XIX.
Podemos seguir la tarde yendo hasta la ermita de la Abellera, a dos kilómetros de Prades. La construcción data del año 1570 y está incrustada en un risco aprovechando una cueva existente, por lo que es una ermita y un lugar singular y de gran atractivo, por la cueva y también por las tierras rojizas. Se venera la patrona de los apicultores catalanes, y la corona de la Virgen (normalmente no la lleva puesta) tiene cincuenta abejas de plata, con su reina y el escudo de Prades en lo alto.
Al atardecer podríamos llegar a Prades, y así descubrir la villa roja mientras el sol nos va diciendo adiós, lo que aún le otorga un mayor atractivo. Y es que las piedras rojizas son predominantes en la iglesia, la muralla, muchas de las casas... Proviene (como acabamos de comprobar en la Abellera) de las piedras que hay en las montañas de los alrededores. La plaza Mayor es encantadora, y además hay uno de los símbolos de la ciudad, la fuente esférica renacentista. Hay que dar un paseo tranquilo por esta población amurallada, y descubrir también los restos del castillo, los portales románicos, o la torre de defensa cuadrangular.