Els Hostalets de Pierola
© Araceli Merino
© Araceli Merino

Escapada a la Anoia: la cara oculta de Montserrat

Visitamos tres municipios en el regazo de Montserrat, la frontera con el mundo mágico del Penedès y las puertas de Barcelona

Publicidad

Si el norte de la Anoia es el país de los castillos, las llanuras y los cielos anchos, hay un rincón, al sureste de esta comarca, que se encuentra bajo el cobijo de Montserrat, entre viñedos, torrentes y campos. Os proponemos una aproximación a tres pueblos que hacen de transición entre la Catalunya Central, el Penedès y el Baix Llobregat. Allí donde comienza la Catalunya rural, la llanura del río Llobregat se ensancha hacia un devenir tranquilo de las tardes de fin de semana, como la que os sugerimos a continuación.

Tarde día 1: Hostalets de Pierola, o el tiempo detenido

Nada más entrar en Hostalets de Pierola, uno tiene la sensación que el tiempo se ha detenido, concretamente a principios del siglo XX. Fue entonces cuando en nuestro país estallaron, con pocas décadas de diferencia, Modernismo y Novecentismo. Estos movimientos culturales llegaron a un buen número de villas catalanas y dejaron joyas arquitectónicas esparcidas por todo el litoral y prelitoral. Un buen ejemplo de ello es el trazado de construcciones que aún hoy en día sostienen el peso de las estaciones en este pequeño municipio de 2.000 habitantes. La línea de tren que va de Barcelona a Igualada recaló en Piera en 1897, lo que permitió a los Hostalets abrirse a la modernidad. El impulso del tren, sumado a un entorno privilegiado, con Montserrat de fondo, hicieron de esta aldea un lugar que sonrió a un grupo de industriales y empresarios que lo eligieron como destino de veraneo: una quincena de edificios son el resultado todavía visible de ese enamoramiento, que fue especialmente intenso durante los años 10.

Podemos pisar la huella modernista y novecentista en Hostalets de Pierola si aparcamos el coche cerca del centro, alrededor de la popular Placeta. Allí confluyen la calle Major y la calle Isidre Vallès, un buen lugar para comenzar nuestro recorrido. A mano derecha encontramos la Casa Cucurella, del año 1924, un edificio novecentista pagado por los Cucurella, mecenas importantes de Hostalets durante aquellos años. La casa, proyectada por el arquitecto Josep Goday, destaca por los esgrafiados de la fachada, obra del escultor Ferran Serra Sala. Si dejamos atrás la Casa Cucurella en dirección contraria a la calle Major, llegamos a lo que todavía es hoy uno de los centros neurálgicos culturales del pueblo, el Casal Català, nacido bajo la protección de la Lliga Regionalista. Nos podemos detener a remojar la garganta o podemos cruzar la calle Catalunya para llegar a dos puntos de interés más: la Torre del senyor Enric, chalet de veraneo de 1903, y Cal Maristany, ambas encargo de los Cucurella. La primera tenía que ser para Enric Cucurella, empresario, y la segunda, para su hermano Joan. Hoy, Cal Maristany ha sido reformada y acoge la escuela de música, uno de los orgullos del pueblo.

Las Escoles Nacionals son la bisagra que une las casas de los hermanos Cucurella con las de los hermanos Josep y Pau Pons, también contiguas. Estos dos indianos, comerciantes de vino con Uruguay, se hicieron erigir respectivamente una torre en 1907 -Cal Josepet- y unos pisos modernistas en 1915, que al cabo de pocos años fueron transformados en la primera industria textil de Hostalets. Pasamos por delante de las casas de los Pons y vamos hacia la calle Anselm Clavé, que nos devuelve a la calle Major para continuar la ruta. Si subimos por Major, pasamos por delante de Cal Ponsa, que conserva interiores modernistas, y llegamos a la preciosa fachada de la Torre Solanas. Originariamente, esta curiosa construcción señorial pertenecía a la familia Solanas Pujol. Hoy, las almenas de su silueta son propiedad de Llopart.

Si seguimos por la ronda de Ponent, pronto llegamos a Can Valls, construida hace más de 800 años y habitada por la familia Valls desde 1432. A principios de los años 20 esta masía fue reformada y decorada con detalles modernistas, entre los que destacan el típico trencadís y la cerámica vidriada. Por último, ya para terminar la visita, tomamos la calle Jacint Verdaguer, giramos por la calle de la Església y nos paramos a contemplar la fachada de Cal Xic Carboner, justo antes de llegar al punto de salida.

Mañana día 2: entorno de Piera, o la naturaleza silvestre

Sin alejarnos demasiado de los Hostalets de Pierola, os proponemos una mañana silvestre por el entorno de Piera. De ambientación plenamente mediterránea interior, el sur de la Anoia se caracteriza por sus bosques de pino y encina, teñidos de tomillo, retama y romero. Todo esto os lo podréis encontrar, rodeando viñedos y campos, si escogéis una excursión a pie o en coche. Hay un montón de propuestas. Sugerimos dos recorridos para ir hasta la ermita de Sant Nicolau del Tretzè, una capilla románica de los siglos XII-XIII, edificada sobre un antiguo castillo, los primeros indicios del cual datan del siglo XI. Subimos al coche en Piera y tomamos la carretera del Bedorc, la BV-2242. Una vez llegamos a esta urbanización, podemos dejar el vehículo y adentrarnos en la frondosidad de la sierra de la Guitza. Siguiendo el valle del río Anoia, llegamos a la masía de Can Codony. Allí tomamos el camino de tierra que sigue el curso del río y, si nos animamos, podemos continuar hasta la BV-2304. Hay camino de tierra paralelo que nos lleva a Sant Jaume Sesoliveres, a unos 4 kilómetros del Bedorc. Desde allí, después de dar una vuelta y refrescarnos un poco, retrocedemos por la BV-2242 hasta el primer desvío a mano izquierda, donde enseguida encontramos la ermita. Para volver, tomamos el camino de tierra que sale de la ermita en dirección al Bedorc y lo vamos siguiendo paralelamente a la carretera, hasta que llega un punto que el camino mismo desemboca a pocos cientos de metros de donde hemos dejado el coche.

Si preferís una mañana más tranquila, existe una vía mucho más directa de llegar a la iglesia y, si se quiere, a Sant Jaume Sesoliveres. Cogemos el coche en Piera, cruzamos el Bedorc y seguimos por la BV-2242, hasta que encontramos el desvío de la ermita de Sant Nicolau. Terminada la visita −también podemos hacer un poco de ruta a pie por los alrededores−, volvemos al vehículo para continuar hasta Sant Jaume. Por el camino, de ida y de vuelta, nos podemos fijar en las masías que vigilan, impertérritas, la carretera.
Publicidad

Tarde día 2: la Piera monumental, o los inicios de la civilización cristiana

Si en los alrededores de Piera nos hemos perdido en una dimensión natural, la villa nos transporta en la historia desde las raíces de nuestra cultura hasta el presente. Para entrar en contacto con el pasado, podemos empezar un recorrido más o menos anárquico en la plaza de la Vila, donde pasear entre las arcadas es una buena manera de acabar con la pereza de después de comer. Desde allí podemos vagar hasta la plaza de Joan Orpí, donde más arcos nos llaman la atención: esconden la Casa de les Voltes, del siglo XVI, época de una prosperidad de la cual es símbolo esta construcción.

Nos desplazamos en el entramado de calles hacia la plaza de la Església, que acoge, como su nombre indica, la Església de Santa Maria de Piera, que data del siglo XII. El templo, inicialmente románico pero ampliado con gótico de transición, contiene una capilla que puede ser visitada. Salimos de la iglesia y continuamos caminando atrás en el tiempo: tomamos la calle de Sant Bonifaci y poco a poco nos acercamos al núcleo fundacional de esta villa, el castillo del siglo X que hoy en día aún se conserva y que está abierto al público el primer domingo de cada mes. El castillo, inicialmente propiedad del Monasterio de Sant Cugat, fue adquirido por la familia de los condes de Barcelona hacia mediados del siglo XI, y se mantuvo ligado a la protección real hasta que lo compró el Monasterio de Pedralbes a mediados del siglo XV. Se trata de una construcción característica de esta zona: su función primitiva era la de vigilar la frontera con los árabes, que cortaba por aquella zona y delimitaba los confines de la Catalunya Vieja. Tanto si somos aficionados al universo medieval -sala de armas- como si tenemos ganas de dar un paseo -jardines-, el castillo de Piera satisfará, seguro, nuestras expectativas.

Si aún nos hemos quedado con ganas de historia, podemos seguir con la visita. Hacemos una parada en la calle Jaume Fons, por la mismo por donde hemos llegado al castillo, para contemplar la fachada de Casa Sastre, del siglo XVIII. Seguimos nuestros pasos y llegamos de nuevo a la calle de Sant Bonifaci, donde se encuentra la Creu de la Plaça, hoy en día sin sentido práctico pero que en tiempos antiguos marcaba un hito en el Camino Real que iba de Barcelona a Madrid, que pasaba por Piera.

Para terminar este recorrido histórico, podemos coger el coche y llegar hasta la urbanización de Can Martí, donde nos espera pacientemente, desde el siglo XIII, la Ermita de Santa Magdalena de l'Estela, un buen lugar para poner punto y final a este día tranquilo.

Mañana día 3: Masquefa, o una ventana al exotismo

Hemos cerrado la visita de Piera en los siglos pretéritos, y una buena manera de empezar la mañana en Masquefa es volver al cada vez más lejano siglo XX y visitar el centro de interpretación de la Fábrica Rogelio Rojo, situada junto a la calle Major. Allí descubriremos cómo esta industria metalúrgica, que se instaló en la Masquefa rural de los años 10, ha perdurado ininterrumpidamente en el tiempo hasta hace pocos años como motor económico del municipio. En la memoria colectiva de los aldeanos de Masquefa aún suena la sirena de la Fábrica, que, como en tantos otros pueblos, marcaba el ritmo de la vida lenta.

Salimos de la Fàbrica Rogelio Rojo y enfilamos la calle Major, que vertebra el casco urbano. Llegamos hasta la masía de Can Massana que, rodeada de viñedos y campos, sabe a paraíso de infancia. Desde allí Montserrat se despliega con toda su potencia, y si continuamos por el camino que va paralelo a la carretera, en dirección a Piera, podremos alcanzar una de las visiones más insólitas de estas montañas.

Retrocedamos un poco y tomamos el camino del cementerio. Allí nace un bonito sendero hasta la Església de Sant Pere i la Santa Creu, popularmente conocida como el Cementiri Vell, a un kilómetro del pueblo. Se trata de una ermita románica, que al igual que el castillo de Piera había sido una fortificación militar para vigilar la frontera de la Marca Hispánica. Podemos quedarnos un rato a desayunar a la ermita, o simplemente perdernos en el magma de bosques y torrentes que lo rodean, pero lo que no nos podemos ahorrar es contemplar, de nuevo, Montserrat a través de las viñas.

Una vez rehechos nuestros pasos, desde la puerta de hierro de Can Massana que conecta con la calle Major sale una calle a mano izquierda que nos conduce hacia la zona de las escuelas. No muy lejos, en la calle Santa Clara, encontraremos uno de los centros más exóticos de Catalunya. Se trata del CRARC, el Centre de Recuperació d'Amfibis y Rèptils de Catalunya, uno de los puntos veterinarios de referencia de nuestro país, único en España y de los pocos que existen en Europa. Su función es la de sanar y favorecer la reproducción reptiles y anfibios, abandonados o no, especialmente los autóctonos. Asimismo, el CRARC o COMAM, como es conocido entre los lugareños, ejerce una función social y didáctica para sus visitantes, que pueden hacerse un idea muy detallada de este tipo de fauna autóctona.

Publicidad

Tarde día 3: el Bruc, o la majestuosidad de Montserrat

Después de tres días de tenerla como telón de fondo, cerramos la escapada colocando las montañas de Montserrat en el primer plano de la escena. Nos alejamos unos kilómetros de Masquefa, por la A-2, en dirección a Igualada, y pronto encontramos el municipio de El Bruc. El entorno privilegiado del cual seremos testigos no pasó desapercibido a los hombres del Neolítico, que se establecieron aquí hacia el año 3.000 a.C. Desde entonces, la presencia del hombre en la zona ha sido ininterrumpida, y como en sus pueblo vecinos, la frontera entre la Catalunya Vieja y el mundo árabe condicionó los primeros establecimientos cristianos en la zona, como por ejemplo la Església de Santa Maria del Bruc, del siglo XII.

En el Bruc encontramos también el monumento a la famosa batalla del Bruc y el complejo modernista Can Casas, de 1899. Pero más allá de una visita cultural o histórica, lo que apetece en este lugar es perderse en la tarde, tal vez con una de las rutas que nos conducen al Parc Natural de la Muntanya de Montserrat. Miramos y remiramos, pues, desde todos los ángulos posibles, Montserrat, que se erige, majestuosa e imponente, con un tono violeta siempre cambiante, que a la puesta de sol nos ilumina con un reflejo raro: quién sabe si motivado por una de las incontables leyendas que protagoniza.
  • Hoteles
Molí Blanc Hotel
Molí Blanc Hotel
Restaurante ubicado en el hotel del mismo nombre, el Molí Blanc dispone de una carta selecta y de menús entre semana y de fin de semana muy completos, así como una extensa variedad en menús para grupo. Y es que uno de sus puntos fuertes son las salas para celebraciones y fiestas privadas. El tipo de cocina es de mercado, moderna y de calidad.
Vinya Nova
Vinya Nova
Magnífico lugar donde detenerse a comer, aunque sólo fuera por la gigantesca presencia de la montaña de Montserrat a tocar mismo del restaurante. Pero no sólo por eso merece la pena venir aquí, evidentemente, sino que hay otros factores; los mismos propietarios dicen que es "mucho más que un restaurante", y cierto que es así, porque en Vinya Nova tienen huertos, ganado, hacen su propio aceite... Ya os podéis imaginar, pues, que lo que sirven en la mesa, en cualquiera de los múltiples comedores, es de primera calidad y proximidad.
Publicidad
Amadeus
Amadeus
Una cocina de mercado elaborada sin excesivas complicaciones pero, pensamos, con una excelente relación precio-calidad. Podéis pedir desde un lomo a la mostaza hasta unas gambas a la plancha, o un crujiente de queso de cabra con tomates confitados. Pero quizás una de las grandes atracciones del Amadeus es el mismo edificio, enclavado en un tramo de muralla medieval y que conserva las bóvedas del siglo XI y las mazmorras, además de estar decorado con esculturas y pinturas del pintor Freixes Vivó, que fue propietario del lugar.
Cafè de l'Ateneu
Cafè de l'Ateneu
Un lugar muy vinculado a la vida social de la capital del Anoia, el Ateneu Igualadí, fundado en un lejano 1863 y que entre la actividad que hoy mantiene está el Café, un espacio que a buen seguro no será el restaurante más lujoso que pisáis en vuestra vida pero que tiene ese sabor de los lugares históricos, tradicionales. Además, el servicio es un no parar, y si no os va bien de ir a comer también os podéis acercar aquí a desayunar o a tomar un café.
Publicidad
Singular
Singular
Tras formarse con cocineros de prestigio, los jóvenes Carles Alcobé y Roger Valls decidieron emprender su proyecto personal. Y salió el restaurante Singular, un nombre acertado ya que la innovación y las técnicas de vanguardia harán que, si vais, muy probablemente encontréis algunas recetas peculiares. Con experimentación, sí, pero también hay lugar para algunos platos más tradicionales, y un menú diario con una excelente relación calidad-precio.
  • Hoteles
Cal Grau de Torremetzena
Cal Grau de Torremetzena
Un lugar con una historia antigua y riquísima: la masía hoy llamada Cal Grau de Torremetzena tiene su origen hace un millar de años, cuando aquí había un aljibe árabe y, siglos más tarde, una torre de vigilancia. El presente de la casa es un lugar idílico, rodeado de campos de cultivo y tranquilidad, y dispone de dos alojamientos independientes, L'Alzina y El Roure, cada uno con dos dormitorios y que se pueden alquilar juntos o por separado.   
  • Hoteles
Cal Joan Pau
Cal Joan Pau
Antigua casa de masoveros de principios del siglo XX, muy reformada después de restar algunos años medio abandonada, pero manteniendo su encanto, y abierta como alojamiento rural aún no hace una década. Encontraréis todo lo necesario para convivir hasta 12 personas, y con la calma y la tranquilidad que lo envuelven todo. Si vais en verano, podréis disfrutar plenamente del magnífico jardín y de la piscina.
Publicidad
  • Hoteles
Cal Ros
Cal Ros
Las cuatro espigas otorgadas por la Dirección General de Turismo de la Generalitat son un buen indicativo de la calidad de esta masía de agroturismo situada en el corazón del país. Sus cinco elegantes habitaciones cada una con su encanto personal, en el salón os podréis relajar y calentar al lado de la chimenea. Si vais en verano os pasará el tiempo volando entre la piscina, el jardín y las diferentes zonas de recreo. Un punto y aparte merece la comida que os prepararán, especialmente el contundente desayuno que os hará comenzar el día con las pilas cargadas.
  • Hoteles
Can Bartomeu: El Graner
Can Bartomeu: El Graner
Can Bartomeu es una masía aislada y muy bien situada: rodeada de tranquiladad, el hecho de encontrarse un poco elevada le da unas panorámicas sensacionales. Se mantiene la actividad agraria, pero desde hace algunos años dispone de dos alojamientos para el turismo, independientes y adosados: La Pallera y El Graner. Nos centramos en este segundo, y os contamos que es ideal para ir en familia si tenéis críos, ya que caben cinco personas distribuidas en dos habitaciones, una doble y una triple. Cocina completa, chimenea o conexión a Internet son otros elementos a destacar.
Publicidad
  • Hoteles
Cal Manel de Carbasí
Cal Manel de Carbasí
Los camposdecerealesy los bosquesde pinosrodeanel paraje en elqueseencuentra CalManeldeCarbasí,unaantiguamasía aisladasituadaenunazonamuytranquila yagradable.Cercade la masíapodréis hacerrutasenquady a caballo,tirocon arco,recorridosen carro,viajesengloboopaintball.Si os gusta lanaturaleza ypensáisvisitarla Anoiaen grupodehasta seispersonas,esta masíaesunamuybuena propuesta.
  • Museos e instituciones
  • Arte y diseño
Museu de la Pell d’Igualada i Comarcal de l’Anoia
Museu de la Pell d’Igualada i Comarcal de l’Anoia
Con precedentes desde 1949 y situada en el barrio patrimonial del Rec, la actual sección igualadina del mNACTEC nació en los años 90 en la antigua algodonera Cal Boyer, del siglo XIX, que es la sede central, con cuatro circuitos: L’home i l’aigua (El hombre y el agua), Dels clots als bombos (De los hoyos a los bombos), La pell en la història (La piel en la historia) y Un univers de pell (Un universo de piel). El otro centro es la antigua curtiduría Cal Granotes, del XVIII, la única museizada de Cataluña. Como el tiempo se ha detenido, se entiende in situ cómo se adobaba la piel en época preindustrial.
  • Museos e instituciones
  • Infancia
Museu Molí Paperer de Capellades
Museu Molí Paperer de Capellades
Tanto si fuisteis con el colegio como si no, se debe visitar tanto de niño como de adulto. Lo hacen más de 30.000 personas al año. Sección del mNACTEC, es museo desde 1961: se trata, de hecho, del molino setecientos de la Villa, uno de los 16 que había en los alrededores, que todavía hoy sigue siendo un importante centro papelero. Difunde un fondo de los últimos siete siglos, divulga la cultura papelera con visitas y talleres, y fabrica papel a la antigua, con cuya venta alcanza la mitad de los ingresos.
Publicidad
  • Museos e instituciones
Castell de Claramunt
Castell de Claramunt
Más que equipamientos, los castillos son monumentos; éste, uno de los 13 del Museu d’Història de Catalunya. Milenario con creces, el castell de Claramunt es uno de los iconos de la comarca, una de las fortificaciones más espectaculares del país y la principal de la recomendable Ruta de los Castillos de Frontera de la comarca. Se accede a pie: la caminata de 25 minutos hasta la cima de la colina tiene recompensa. El itinerario lo completan las fortalezas de Òdena, la Tossa, Miralles y Vilademàger.
Recomendado
    También te gustará
    También te gustará
    Publicidad