1. Cala Bona, en Tossa de Mar
Cala Bona es una de las playas con más encanto de la Costa Brava. No sólo por estar rodeada de rocas y vegetación, sino también por su preciosa agua turquesa y su gran variedad de fauna y flora que podéis descubrir haciendo snorkel. Eso sí, la cala es tan pequeñita que no dispone de arena para tumbarse con la toalla. Esta opción la ofrece Cala Pola, una playa de aguas cristalinas que se encuentra a 5 minutos en coche o a 20 minutos andando de Cala Bona por el camino de ronda.
El alojamiento que os proponemos se encuentra muy cerca de estas playas paradisíacas. Tiene unas impresionantes vistas al mar y os ofrecerá un lugar de paz y descanso después de un intenso día de playa. ¡Es el lugar ideal para disfrutar de unas bonitas vacaciones en familia!