Pueblos encantadores
Es casi imposible encontrar un pueblo feo en un entorno tan plácido. En Bardolino se encuentra la iglesia de San Severo, con planta románica y un interior lleno de frescos que os dejará con la boca abierta. Las calles, como un peine, bajan hasta la orilla del lago, donde hay un paseo que se construyó después de la Segunda Guerra Mundial, cuando ya era un destino turístico y no un pueblo de pescadores. En Malcesine encontraréis una estructura medieval, que se abre como un abanico alrededor del castillo. Cuando el nivel del lago desciende, se puede ir andando hasta la isla pequeña de dentro del pueblo, Île du Songe. Si miráis justo delante, encontraréis Limone, un pueblo que, después de siglos aislado, encontraron una mutación en sus habitantes, un componente en la sangre que les protege de enfermedades cardíacas. Seguramente ir de vacaciones allí dará un efecto similar.