1. Tohoku (Japón)
Además del imprescindible Tokio (quien no haya estado, que lo haga ya), toca conectar con la biodiversidad y las costumbres ancestrales como un local más. Y la región de Tohoku podría ser el punto de partida para conocer los otros destellos naturales de Japón. ¿Cómo? Viajando al pasado en Ouchi-juku, una histórica ciudad entre las montañas de Fukushima (parece sacada de una postal); refugiándose en un Kamakura (iglú de hielo) durante el festival de nieve de Yokote (en Akita); o durmiendo en Shonai Hotel Suiden Terrasse, un hotel flotante con un spa de ensueño (en Yamagata).