1. Una forma cómoda de abarcar Barcelona y aprovechar el tiempo
Dentro del bus podéis hacer muchas cosas: leer, mirar el móvil, pensar... Esto es lo que hace la mayoría de usuarios. Pero también podéis, como hacen los viajeros más curiosos, mirar por la ventana y observar la ciudad. Evidentemente, el bus no es un servicio turístico ni un canal cultural, y cuando paséis por un lugar de interés el conductor no se detendrá para que veáis con más detalle una ornamentación, una calle o un monumento –en todo caso, deberéis bajar–, pero a la vez que os desplazáis, es una buena forma de construiros un mapa mental de Barcelona. El bus nos permite ver, tener una conciencia más completa de nuestra ciudad, y además hay tanta variedad de líneas que muchas llegan a puntos interesantes a los que el metro no llega. Son ventajas que carecen de los conductores de vehículos propios. Y, además, el bus te quita de encima el estrés que provoca el tráfico denso.