Turkestan

Hay una regla de oro para elegir una alfombra: "Importan los colores, las formas, las combinaciones hechas por alguien que no sabe leer ni escribir; los materiales, y, finalmente, los nudos ", dice Joan Sastre, al frente del nuevo Turkestan. En 2013 celebraron el centenario del negocio familiar al tiempo que bajaron la persiana de la tienda de la Rambla de Cataluña. Pero tenían ganas de seguir y muchas ideas, por ello han retomado el proyecto en un nuevo espacio en el Eixample, donde apuestan por elevar la alfombra a la categoría de pieza de arte.
Sobre paredes de obra vista expondrán rarezas y reediciones contemporáneas (ahora cuelgan reinterpretaciones de los 'kia sar', piezas procedentes del norte de Irán de un minimalismo insólito). Además, seguirán vendiendo las grandes familias de alfombras procedentes de Asia. Eligen las piezas con ojo y buen gusto -los bautizaron como 'cazadores de la urdimbre y la trama'- y el mismo criterio lo han trasladado a la tienda. Aquí las alfombras, hasta 500 piezas, no se amontonan con desmesura sino que se guardan en estanterías industriales teñidas de blanco.