Pretty Ballerinas ha abierto un nuevo espacio en el Paseo de Gracia que quiere ser la "ventana al mundo" de una marca con puntos de venta en 30 países. Las herederas de las zapatillas de ballet, emblema de la casa, conviven con los otros modelos con los que la marca se diversifica -la novedad son las vambes-, pero también con bolsas de mano que en las tiendas más pequeñas, como la de la rambla de Cataluña, no cabían. La decoración combina la funcionalidad de los muebles con las cajas de zapatos rosa a la vista de todas las tiendas de la firma con el glamour: una araña de cristal ilumina los modelos más exclusivos, de piel de serpiente o con cristales Swarovski. Dice Úrsula Mascaró, tercera generación de esta estirpe zapatera menorquina que casi cien años después todavía fabrica en Ferreries, que sus vecinos de Valentino les basta con vender un fular para pagar el alquiler: ella tiene que vender muchas zapatos.
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