Benito Utande tiene 81 años y no le tiembla el pulso con la navaja en la mano. De aspecto impecable, ojos vivos y palabra afilada, hace 49 años que plantó un par de sillas de peluquería en un pequeño local del Poble-sec y de allí no se ha movido. Ni piensa en la jubilación. Su especialidad es el corte a navaja, una técnica que, afirma, ya no queda mucha gente que la practique en Barcelona. Autodidacta, aprendió el oficio cortando el pelo y afeitando a familiares, y después como peluquero en la mili. Desde entonces nunca ha dejado las tijeras. Corta por 8 euros, afeita por 5 y arregla bigotes por 1,20. La charla es impagable.
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