Oxido

Oxido es el proyecto de tecnoartesania que Anna Costa comparte con el sardo Daniele Vinci. Ella viene del mundo de la restauración arqueológica. Especialista en historia y gestión de patrimonio, por sus manos expertas incluso han pasado sarcófagos egipcios. Él es arquitecto técnico de formación, artista de vocación y un fanático de las esculturas cinéticas. Con este bagaje tan ecléctico sólo era cuestión de tiempo que la pareja sentimental desembocara también en pareja profesional. La génesis de Oxido está en el amor, en la creatividad y en las ganas de experimentar con un material de piel fría y sangre caliente: el hierro. "Proyectamos desde el conocimiento de técnicas y materiales, y esto nos hace atractivos a la hora de trabajar con arquitectos, interioristas... Además, también somos capaces de solucionar aspectos de desarrollo", explica Ana. Esta privilegiada doble visión -tecnológica y artesana- los ha colocado en otra liga. Y todo ello sin salir de su taller de Poblenou, donde trabajan con mono y rodeados de maquinaria pesada. También de la que se construyen ellos mismos. Porque este es uno de los quids de la tecnoartesania: pensar y fabricar utensilios para materializar los proyectos que has ideado, desde una cubitera minimalista hasta un impresionante árbol lumínico.