Eli Urpí estudió diseño gráfico, pintaba y esculpía vestidos, pero se enamoró de la sombrerería. Empezó haciendo tocadors y pronto la atrajeron los sombreros. Se fue a París, con siete creaciones propias que vendió en la tienda de la plaza de Estienne-d'Orves, y volvió a Barcelona con tres sombrereras llenas de material del 'Marché aux pulgas'. Fue entonces cuando tomó conciencia de que se había convertido en artesana de sombreros, de forma autodidacta. En su cálida tienda del Gótico, también os sorprenderán las pequeñas colecciones de ropa hechas con las telas antiguas y estampados retro.
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