Belén Martínez, diseñadora de moda, se cruzó con Lester Barreto, un arquitecto de interiores de Lisboa, y juntos montaron un estudio de interiorismo y decoración en un pequeño local de Gracia. Los proyectos se multiplicaban, así como sus visitas a mercados de viejo de Galicia y Portugal. Lo que comenzó como una afición personal –recuperar objetos curiosos y pequeños muebles antiguos– terminó definiendo su forma de vestir un espacio: siempre con un innegable toque atlántico.
Ahora han reconvertido el estudio de interiorismo en una tienda-taller donde traen objetos singulares de sus lugares de origen, como las vajillas de cerámica pintada a mano, las luces vintage o pequeños juguetes de madera. En algunos casos también se han implicado en su diseño: el ceramista que los fabrica las 'andorinhas', las famosas golondrinas de Oporto, también las pinta en amarillo intenso y en gris pálido. Son preciosas, como los joyeros en forma de paloma. De Galicia les envían macetas para plantas de diferentes formas y tamaños, pero siempre en bruto porque querían huir de los acabados esmaltados. Otro de sus productos estrella son los espejos hechos con los tradicionales tamices de harina de madera. De aquí también salen muebles diseñados por ellos, como los taburetes tapizados o las robustas mesas de pino.
Belén e pasa muchas horas en la trastienda lidiando con tiras de plástico de colores, forrando botellas y garrafas de vidrio con hilos de escubidú. Este incipiente proyecto -que también incluye luces- lleva el nombre de Clementina, su abuela cestera.
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