El cierre de la Brunells fue un golpe duro: una pastelería de 1852, repleta de identidad comestible barcelonesa: Casares, croissant de manteca, virutas de San José, tortas de chicharrones. Esto sucedió a finales del 2018. En 2020 especialistas de altos vuelos -la Pastelería Canal y cafés El Magnífico entre otros- la reabrieron. De la mejor manera posible: haciéndole un lifting y manteniendo la línea artesanal de la casa con recursos del siglo XXI.
La estructura del local es la misma, tras la pastelería la cafetería, y ullant las vitrinas nos hace la boca agua viendo piezas que son parte de nuestra infancia: brazo de gitano, Casares de almendra (queremos la de chocolate! ), tortas de chicharrones, merengues, Sachers, virutas de chocolate ... Y el croissant de manteca! En una ciudad 'croissanitzada' a la francesa, recuperan el croissant de manteca! Delicioso, crujiente, mugriento en el buen sentido. De su horno-habitación gigantesco de tres por seis (se necesitan quince días para calentarlo!) Sale el pan de los bocadillos. El panadero y pastelero explica que "la singularidad del horno ha determinado los panes, que se adaptan. Hacemos un pan rústico, hecho sólo con masa madre, muy lento y con los reposos que tocan".