La fiebre por viajar a Islandia hizo que cientos de catalanes volvieran a casa sabiendo que, a pesar de la superioridad de la dieta mediterránea y bla, bla, bla, en el norte del norte hay comida y producto interesante. Si echáis de menos los sabores de los frutos y las fieras del bosque, en el colmado Britta’s –daneses que importan delicatessen nórdicas– preparan unos bocadillos para chuparse la barba 'pseudohipster' (mi memoria glotona no puede olvidar el de rillette de salmón con lechuga, col y bayas frescas). También podréis comprar embutidos de caza, ahumados de pescado y ensaladas con sabor de invierno.
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