La churrería es un negocio popular, pero tremendamente sacrificado: abren con cuentagotas. Y desde este punto de vista, hay que celebrar la existencia de Artchur (¡solo por el juego de palabras del nombre, ya merece existir!). En Artchur, los churros se combinan con acompañamientos dulces y salados, sumergidos en boles. Dulces: con espuma y praliné de pistacho, helado de pistacho y pistacho en trocitos. O una combinación de churros sumergidos en espuma de crema catalana, con piel de naranja confitada, helado de caramelo y gajos de naranja (y especialmente golosa es la versión de churros con chocolate, con espuma de chocolate a la sal, salsa de chocolate, crumble de cacao y helado de chocolate). Así hasta seis recetas.
Pero la radicalidad llega en las recetas saladas. ¡Churros con callos! Simplemente, callos a la madrileña con los churros cortados en trocitos. O los Mac & Chur, ahogados en salsa de queso cheddar con parmesano y bacon crujiente, un homenaje al mac and cheese norteamericano. La carta está asesorada por el pastelero Miquel Guarro y el chef Miguel García, y todas las espumas de los boles, así como las recetas de los platos, se cocinan in situ. Los churros son ligeros y poco aceitosos, lo que los hace ideales para combinar con boles suculentos y contundentes.