

Durante la primera década de Time Out hemos visto, con tristeza e incluso desesperación, cómo no pocas tiendas con solera se convertían en sucursales bancarias o dispensarios de souvenirs. La lista es tan larga como dolorosa, sobre todo a partir de 2014, en que entró en vigor la ley que actualizaba los alquileres antiguos. Algunos pocos establecimientos –como, por ejemplo, Gratacós– cambiaron de emplazamiento y han podido salir adelante. Muchos otros, como Vinçon –todo un emblema de la Barcelona de diseño y que ocupaba la casa natal del pintor Ramon Casas–, fueron fagocitados por una multinacional textil abanderada del made in China. Y cuando nos despertemos, todavía estará: no, no era una pesadilla. También estará Amazon.