Durante la primera década de Time Out hemos visto, con tristeza e incluso desesperación, cómo no pocas tiendas con solera se convertían en sucursales bancarias o dispensarios de souvenirs. La lista es tan larga como dolorosa, sobre todo a partir de 2014, en que entró en vigor la ley que actualizaba los alquileres antiguos. Algunos pocos establecimientos –como, por ejemplo, Gratacós– cambiaron de emplazamiento y han podido salir adelante. Muchos otros, como Vinçon –todo un emblema de la Barcelona de diseño y que ocupaba la casa natal del pintor Ramon Casas–, fueron fagocitados por una multinacional textil abanderada del made in China. Y cuando nos despertemos, todavía estará: no, no era una pesadilla. También estará Amazon.
"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí". Nadie sabe a quién se refería el escritor Augusto Monterroso en este microrrelato, pero seguro que no eran los comercios centenarios de Barcelona. Desgraciadamente, cada día cierra alguno. ¿El último? El Ingenio, la tienda de cabezudos y gigantes fundada en 1838 y que había colaborado con Joan Brossa, Salvador Dalí y el Cirque du Soleil.