Wajdi Mouawad: un abecedario

"Mouawad es Eros, pulsión de vida", dice Genebat. En Boscos, el amor es el vehículo para superar las peores situaciones. Y aquí no sólo hablamos del amor de pareja, sino de la amistad. En Mouawad hay amigos que te salvan la vida, que te empujan a cumplir tus sueños, a luchar, que te acompañan.

Los lobos son recurrentes en Boscos y en Un obús al cor, el monólogo que Ernest Villegas interpretó hace unos meses. Y los caballos, en la novela Ánima (Destino), donde toda la acción está narrada por las diferentes bichos que habitan el paso de los personajes. ¿Qué nos diferencia de los animales?, se pregunta Mouawad.

Hace unos años, le pregunté a Mouawad por la belleza y me respondió esto: "La belleza del cielo sólo pertenece al hombre que la mira, el único que puede llamarla la 'belleza', aunque este mismo espíritu, este mismo hombre, capaz de percibir los cielos sublimes, puede también degollar a sus hijos, como si, mientras cae, no percibiera ninguna otra cosa que la locura de las tinieblas. Entonces sí, la naturaleza se desvanece. El escritor es quizás quien la retiene". ¿Se puede añadir algo más??

"Fíate sólo de las coincidencias", exclama un personaje a Boscos, recuerda Genebat. Mouawad juega con los nombres, las fechas. Nada es porque sí. La actriz y traductora dice que esta filosofía inicial lo explica todo. Y, seguramente, es el credo de Mouawad.

En Incendis, a Un obús al cor, en Seuls... la madre o el padre tienen cáncer. Y el hijo no lo entiende, está enfadado. Para Broggi, el cáncer en Mouawad es una metáfora de la vida: "Son las células que no aceptan que son mortales las que provocan el cáncer y son ellas las que hacen morir todo el organismo".

La familia de Mouawad tuvo que trasladarse del Líbano a Quebec cuando el ahora dramaturgo tenía 8 años. Más tarde, se fue a Francia, lo que hace que diga que lleva tres exilios dentro del cuerpo. "Aunque se haya hecho un nuevo país, en Quebec y en Francia, es un exiliado eterno", remarca Broggi. Sus personajes son gente que no está ubicada, que viaja constantemente al origen para entenderse. "A través del exilio, encuentran la identidad", remarca Genebat.

"Hay una cierta fatalidad en los vínculos de familia", dice el director. Mouawad se pregunta constantemente por qué los padres deben sacrificar los hijos, lo que queda patente en Cels. Si la tetralogía es La sangre de las promesas no es en vano, ya que anuncia la fatalidad. Genebat habla del "pecado capital", que todos los hijos necesitan sacudirse. Quizá por eso, Mouawad es un autor tan popular entre los jóvenes, sobre todo en Francia. Les habla a ellos. Habla con ellos.

Genebat destaca que en las obras del libanés, los personajes pasan mucho frío. Siempre hace un frío que pela. "Tiene un trauma con el frío", añade. Ya se pueden imaginar una familia del Líbano, llegando a Montreal, donde hay días de invierno en que están a 30 grados bajo cero. "Por eso a Mouawad le gusta tanto Barcelona, ​​porque es un punto medio", recuerda Broggi.

Mouawad huyó de una guerra y la guerra es un elemento persistente en sus obras. Recuerdo que en una entrevista me dijo que no se podía sacar de la cabeza que él habría podido ser uno de los milicianos cristianos que asolaron el campo de refugiados palestino de Sabra y Chatila en 1982 si no hubiera dejado el Líbano. "O haces la guerra o eres Mouawad", dice Broggi, que señala el referente constante "a las guerras que han quedado en la historia que provocan otras guerras", donde "los padres envían a sus hijos".

Este es el concepto sobre el que gira todo el teatro de Mouawad. Broggi nos la cuenta: "Hay dos personas que nacen en un mismo punto y se van separando. En un momento se giran y ven que se encuentran en lugares diferentes. Pero encuentran una línea que los une. Esto es la hipotenusa, y el teatro, el cierre del espacio, el espacio común entre todos nosotros "