Aguantar solo una hora y media de monólogo desesperado no es una tarea fácil, y más cuando tienes 24 años e interpretas un chico de 16 que está a punto de perder a su padre. Cuando has hecho teatro antes, pero, quizás no bastante. Cuando estás en un templo de la interpretación como el Lliure de Gràcia (donde se estrenó antes de llegar al Poliorama) y centenares de miradas pueden recordar otros cuerpos haciendo lo que haces, empezando por Pol López y aquel 'Ivan i els gossos' memorable de 2012. Pero 'Tot el que passarà a partir d'ara' parece un traje a medida, un texto que Nil Cardoner se prueba y luce con todo su esplendor.
Joan Yago, espoleado por la directora Glòria Balañà, ha escrito una obra que es a la vez penetrante, sensible, triste, un tipo de historia de aventuras en que Èric tiene que conseguir llegar al hospital donde su padre vive las últimas horas. La madre, cuando pasan pocos minutos de las diez de la noche, le llama para decirle que si se quiere despedir ya puede darse prisa. Está estirado en el sofá, con el móvil en la barriga, solo. Y toda su vida le pasa por delante, especialmente estos diez años en que el padre ha estado enfermo y no ha habido nada más que esa enfermedad. Él tiene que llegar al hospital, pero tiene 16 años, amigos y conocidos por todas partes, fiestas pendientes y un poco de mala suerte.
El luto y la tragedia, montados a capas
Balañà ha levantado un montaje por capas, que acentúa el sentido del humor imprescindible que Yago añade a la tragedia. Y desde la sencillez más absoluta. La directora comienza la pieza con Cardoner casi tocando la primera fila. Según avanza la función, nos lo va alejando, despacio, mientras va pasando pantallas, como en un videojuego. Genial.
'Tot el que passarà a partir d'ara' es una obra necesaria y brillante, que nos habla del luto sin caer en el melodrama, a pesar de que, ya os aviso, según la relación que tengáis con el tema, acabaréis llorando. No sé si es la mejor obra de Yago (tiene muchas buenas, con La Calòrica), ni el mejor montaje de Balañà, pero sí que es la graduación de Cardoner como actor. La temporada pasada no acabó de levantar un Romeo convincente en el clásico de Shakespeare visto en el Poliorama. Este Èric es otra cosa, un reto más grande, incluso, y se sale como el gran actor que ya es.
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