Ahora resulta que lo más difícil del mundo del espectáculo es ser canalla, canalla de verdad. Montas con toda ilusión una revista con una rata y consigues el mismo efecto que el Cirque de Soleil bajo una carpa: que el cálculo estético te congele la autenticidad. 'The Hole 2' lo tiene todo para triunfar en el burlesque de nuevo cuño. Una vedette con buena voz, la belleza de Judy Garland y seis tetas ratoniles; una stripteaser tatuada de acento prusiano, un variado plantel de acróbatas aéreos, go-gos con carácter y físico, una orquesta de señoritas, un buen maestro de ceremonias entre Elvis y Alex DeLarge, un integrista lanzando anatemas, mucha carne integral y poli-sexual, y descaro underground, pero porque lo exige el guion.
Pero cuando el libretista desfallece en su misión ”canallesca” emerge el espíritu de un animador de crucero, con sus monólogos, picardías y coreografías. El espectáculo es entretenido, los números circenses de calidad y Alex O’Dogherty sabe cómo mandar en el escenario. Pero todo tiene un punto de forzada impostura.