Ha llegado la hora de salir de la madriguera para ir a buscar alimento y encarar el verano en buena forma. Si usamos la metáfora para aplicarla al teatro, esto quiere decir innovación, vértigo, reflexiones bailadas, espectáculos que no se quedan en el texto, sino que quieren que te emociones de otra manera. Shakespeare está bien. Y Ibsen. Y Chéjov. Incluso el Ballet de San Petersburgo. Pero estamos, amigos, en el siglo XXI y hay maneras de acercarse a la escena mucho más contemporáneas.
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