Dramaturgia: Joan Yago. Dirección: Israel Solà. Con: Xavi Francés, Aitor Galisteo-Rocher, Esther López, Marc Rius, Julia Truyol.
Ser revolucionario no es lo mismo que ser subversivo. De lo segundo a veces surge lo primero. No siempre. La subversión no pretende construir nada nuevo. Con echarse unas risas contemplando el apocalipsis es suficiente. Joan Yago es quizá el autor catalán que más se aproxime a la subversión, en el sentido que maestros como Dürrenmatt han expresado con su obra. Si la tribu de los comprometidos se concentra en denunciar la lacra del paro, Yago cuestiona directamente la idea de la necesidad de tener un trabajo. Y qué mejor que recolectar las experiencias de los propios miembros de La Calórica –o recopiladas de terceros– para mostrar el absurdo de un sistema que busca perpetuar una sociedad de “ocupados”, rellenadores de tiempos muertos que, en el mejor de los casos, acaban por apuntarse al nihilismo Bartleby.
Un divertido descenso a los infiernos dantescos dividido en cinco cuentos, uno más patético que el anterior, que culmina con una farsa grotesca. Otro montaje “diferente” de un autor y una compañía que felizmente va por libre. Una osadía que merece ser de nuevo recompensada con el éxito.