Teatralmente es una obra con dos partes muy diferenciadas: nueve conversaciones breves entre dos vecinos en el vestíbulo de un edificio de viviendas de París y un monólogo final dirigido directamente al público donde Grumberg hace autobiografía, recuerda la Shoah y elogia aquellos que son capaces de asumir la historia judía como algo propio.
Hablamos, pues, de una comedia con una notable intención pedagógica hábilmente construida por Grumberg y bien dialogada sobre esquemas del teatro del absurdo, porque no es casual que el vecino bobo nos recuerde el Vladimir de Beckett y que el personaje ausente sea el motor de las conversaciones. Una obra de oficio, rellena de eficaz humor, muy bien dirigida por Josep Maria Flotats y que ofrece un delicioso juego entre la sabiduría del sabio judío ateo de éste y la terrible ignorancia del metafórico vecino de Arnau Puig