La poesía es síntesis. Es alma. Es música. Es la oscura raíz indefinible. Son palabras que se juntan para crear imágenes que el alma necesita y nos transportan a un imaginario nunca imaginado. ¡Y como lo hacen los poemas de Federico García Lorca!
Lluís Pasqual se aproxima al 'Romancero' con las formas y las palabras del poeta. Tal como él leía su fabulación lírica a sus amigos, Núria Espert nos convoca a una velada íntima, directa, que hace virtud de la sencillez con el espléndido apoyo de las luces de Pascal Merat. Como Pascual, Espert ha recorrido las palabras del poeta en numerosas ocasiones. Las ha masticado, las ha disfrutado, las ha hecho suyas y sabe cómo hacerlas llegar en toda su sustancia, con todas las notas y con todos los detalles. Muerte, luna y pena llenan los rincones de esta Andalucía de gitanos que hacen de la vida una aventura sin límites. Una Espert tremendamente generosa cristaliza el alma insondable de lo que es poesía. Tambaleándose desde la cresta al valle de una a otra ola con la sabiduría de medir frecuencia y periodo y dejando que los silencios se llenen de iridiscencias.
Alguna anécdota personal (el padre de la actriz le copió el 'Romance de luna, luna' cuando era pequeña. "No teníamos dinero para libros"), alguna otra del poeta y sus miedos, y de Margarita Xirgu, claro, algún apunte musical de Paco Ibáñez comunican el cielo lírico con la tierra, con el presente. Y al final, como un regalo inesperado, estalla como un trueno 'El grito hacia Roma' de 'Poeta en Nueva York'. Una hora en el cielo y volver, qué remedio, a la tierra. No se la pierdan.