El dramaturgo y director vive, tal vez, uno de los momentos más dulces de su carrera, gracias a que está recogiendo lo que ha sembrado fuera de Cataluña. En Buenos Aires, por ejemplo, es el autor de moda. Tiene un montón de obras bajo el brazo a punto de estreno y no tiene prisa. Ya ha encontrado quien le quiera.
Acabas de publicar un libro en Buenos Aires con dos obras que aquí no hemos visto, 'Umbrío' y' La travesía'. ¿Como lo llevas?
Bueno... Estas últimas obras, como casi todas, no las he escrito pensando en los mecanismos de producción, sino en lo que quería escribir. 'La travessia' pasa en cuatro espacios diferentes, con cinco personajes. Me he relajado un poco: si se estrena mañana, perfecto; si se estrena dentro de tres años, perfecto. 'Obac' ('Umbrío) se ha estrenado en Buenos Aires, al otro lado del Atlántico. Será la primera vez que me pasa. Y 'La travesía', en Montevideo.
Estás haciendo más de escritor que de director.
No te voy a negar que tengo mono de dirigir. Ahora estreno 'Cúbit' en el Lliure, después de hacerla en Temporada Alta. Pero el último estreno mi es 'Estripar la terra', de 2013. Y desde entonces tengo cuatro textos nuevos. Es así y no pasa nada.
¿El país necesita más directores que autores?
No lo sé. Pienso que hemos vivido un boom dramatúrgico importante y ahora debería haber un boom de directores, que están ahí. Falta un recambio de gente que quiera dirigir. Que no sean autores. Directores por convicción, que quieran hacer clásicos y autores contemporáneos.
En 'Cúbit' hablas de la construcción de la memoria.
Este es el tema, pero hay una historia: dos hijos llegan a casa, a donde van poco. Y lo primero que se plantean es que la madre se ha puesto de ayudante al hijo del hombre que más detestaba el padre. ¿Cuál será el libro que escribirá? La memoria es un pacto de convivencia. ¿Qué pasa cuando muere Fraga y la izquierda dice que fue un personaje fundamental en la construcción de la democracia? Nada de esto sale. Que la gente vea lo que quiera...
¿Qué has aprendido de tus éxitos fuera?
Me han enseñado a ser un poco más generoso. Yo dirijo desde el lugar que he escrito y es maravilloso encontrarse a alguien que te dirija a partir de una mirada limpia. Nunca explico ciertas cosas, ni a mi madre.
¿Eres el rey de la elipsis?
Nunca soy ambiguo. Todo está en el texto. Todo. Una de las cosas más bonitas del teatro es hacer visible lo invisible. Lo de ver a dos actores que salen al escenario, se miran y yo pienso: se quieren.