En una época en la que nos asaltan musicales del siglo XX con conflictos y tramas que a menudo nos quedan tan lejos como la época de Julio César, 'Pares normals' es aire fresco. Nos explica cómo Aran (Enric Cambray) vuelve a Barcelona desde Chicago para anunciar a sus padres (Annabel Totusaus y Albert Pérez) que se casa, pero un accidente hará que se replantee su vida y repase la relación con sus progenitores, que siempre había visto como peculiar. Será un viaje cómico, no exento de cierto drama, cuyo final apoteósico prueba la buena mano de Marc Artigau para cerrar historias.
Toda la historia es un 'flashback' emotivo aderezado con un puñado de canciones que, aunque no seas fan de Els Amics de les Arts, querrás cantar. La pieza tiene momentos pletóricos, como cuando la madre imparte a Aran, en plena adolescencia, una clase de educación sexual acelerada a través del porno. O como cuando sus padres se conocen, Sofía y Salvador, con un 'hit' a contracorriente de título explícito: 'Creo que podría odiarte'. Después de tanto musical almibarado, que uno de los temas bandera de un montaje nuevo se llame así es toda una declaración de intenciones.
Por encima de todo, sin embargo, existe una figura estelar: Enric Cambray. No solo aporta el tono cómico justo a la obra y un peso específico, sino que demuestra una capacidad vocal que le desconocíamos. No sale de escena y todo gira a su alrededor. A su lado tiene una Totusaus y un Pérez espléndidos y unas Júlia Bonjoch y Lucía Torres que saben aprovechar sus momentos. Anna Herebia, Bernat Cot y Víctor Gómez acaban de redondear un reparto que se nos hace corto en las escenas corales.
Sergi Belbel firma una dirección de actores coreográfica, rítmica, con una escenografía mínima que vuelve a probar su capacidad para producir grandes espectáculos populares. Nunca se había atrevido con un musical y ha aprobado con nota. 'Pares normals' es una obra destinada al éxito fulgurante. Que el público acabe de pie bailando es una buena muestra de ello.
