Después de ver 'Paisajes para no colorear', nadie podrá decir que no se puede hacer teatro de verdad con adolescentes. El teatro entendido como una historia (ficción, no ficción, tanto da) explicada encima de un escenario, donde los intérpretes comparten un rato con el público. Porque la obra del chileno Marco Layera es un antes y un después. Sobre todo porque el director no renuncia a su estética, a su manera de hacer, musical, coreográfica, pop, aunque el material humano con el que trabaje esté formado por nueve chicas chilenas de 13 a 17 años que nos estampan en los morros su adolescencia.
¡Y qué adolescencia! Intensa, feminista, combativa. Quizás el espectador aburguesado pensará que lo que dicen ellas aquí lo tenemos superado, que Chile es una sociedad muy conservadora, y bla, bla, bla. Pero ocurre que después pones las noticias del día y no hay ninguno en el que no tengamos una mujer apuñalada por marido, otra 'manada' que viola una chica, aquí, en casa. Ellas hablan de padres que escupen a las madres, de violaciones con once años y cosas aún más bestias. Mientras tanto, sonríen, bailan, y la hora y media de espectáculo corre de manera trepidante.
El de Layera no es el mejor espectáculo de no ficción de la historia, pero sí es una función que hay que ver. Traigan a los chavales. Ya verán que no estamos muy lejos de Chile. Si aún lo creen, habrán disfrutado de una pieza honesta, de un director que tiene muchas cosas que decir, brillante.
Director: Marco Layera. Dramaturgia: Carolina de la Maza y Marco Layera. Intérpretes: Ignacia Atenas, Sara Becker, Paula Castro, Daniela López, Angelina Miglietta, Matilde Morgado, Constanza Poloni, Rafaela Ramírez y Arwen Vásquez.