El reclamo comercial de Messi sirve para erigir un espectáculo nuevo del Cirque du Soleil lleno de energía con un dispositivo escénico que quiere reproducir (muy conseguido) el ambiente de los recintos deportivos (más de baloncesto que de fútbol) y una serie de buenos números envueltos en pequeñas acciones o elementos de atrezzo que remiten a las cosas del fútbol, desde el árbitro (un payaso eficaz pero con poca gracia), al espontáneo, un lesionado, los vestuarios y algún gol, claro...
Pero hay cosas interesantes más allá de las jugadas de Messi y otros vídeos menos realistas que se proyectan en las dos enormes pantallas de una impagable funcionalidad, y que son la base del reclamo del jugador, los tótems de una función con mucho juego aéreo y con una puesta en escena bastante discotequera (por las luces y la banda sonora con exceso de decibelios). Tenemos, por ejemplo, unas magníficas coreografías y también algunos de los ejercicios, como el del león chino; las posiciones imposibles del contorsionista que gira la cabeza como la niña de 'El exorcista' y provoca el susto de todo el público; el equilibrio de la funambulista, los vuelos de la tropa de acróbatas e incluso un robot que juega con el equilibrista. Gran entretenimiento.