La venganza de Medea por la infidelidad y abandono de su marido sólo puede tener sentido en el mundo helénico de hace 2.500 años donde dioses y hombres se mezclaban. ¿O es que algún ser humano puede entender, comprender o justificar que una madre mate a sus dos hijos para castigar la traición y perfidia de Jasón? ¿Como acercarse pues a una tragedia tan desgarradora, a la paradoja de una figura mítica reivindicada como icono por parte de cierto feminismo y al mismo tiempo responsable de unos crímenes intolerables, imperdonables entre nosotros sean cuales sean las motivaciones?
Lluís Pasqual lo ha hecho con un puñetazo en las emociones de altísima y moderna calidad estética, con un impresionante espacio escénico de Alejandro Andújar creando una atmósfera agobiante y con una Medea dominada de principio a fin por la ira. Una ira absoluta, salvaje, diría que más de la Medea de Séneca que de la de Eurípides, versiones sobre las que, con Alberto Conejero, ha trabajado una dramaturgia sintética al servicio de una Emma Vilarasau inmensa. Vilarasau expresa con nitidez el acto doloroso de romper definitivamente las cadenas con el poder del macho, de anteponer la mujer a la madre. Esta es una Medea para la actriz a quien el siempre seguro Andreu Benito y el casi irreconocible Roger Coma sirven de excelentes, imprescindibles sparrings.
A partir de Eurípides. Versión: Lluís Pasqual y Alberto Conejero. Dirección: Lluís Pasqual. Con: Andreu Benito, Arià Campos, Roger Coma, Joan Farsaac, Guim Luque, Pau Trujillo, Emma Vilarasau.