Es difícil salir del teatro cambiado, con un estado de ánimo diferente con el que has entrado, y poder decir, además, que te has divertido como hacía tiempo que no te pasaba. Que has visto tres intérpretes excelentes que se lo pasan pipa haciendo la función y que saben cómo transmitirlo al público. Que has descubierto una directora (Andrea Jiménez) que ha encajado con tres tarambanas y los ha hecho volar muy alto. Que has disfrutado de un texto irreverente (de Victoria Szpunberg), que sabe jugársela y que hace dianas todo el rato. Y que mañana, si pudieras, no dudarías en volver.
'Mal de coraçon' parece la típica obra de bar, con un hombre a quien acaba de abandonar el amor de su vida (Pau Vinyals), un filósofo borracho (Pol López) y una camarera-cuidadora que quiere ser actriz (Júlia Barceló). Nada nuevo bajo el sol. Dos payasos y un augusto. Pero la introducción de la figura de Santa Teresa, y su obra, lo trastoca todo, hace que la pieza entre en un camino que no sabes por donde saldrá, a veces luminoso, a veces oscuro y tortuoso. Se convierte en un interrogante a resolver, un motor alterno que alimenta la escena. ¡Y cómo superan todos el reto! Porque el camino acaba en una fiesta.
La obra empieza emulando la farsa, incluso el 'teiatru', y hace que nos temamos lo peor, pero cuando López entra en escena, juega a esconderse de Vinyals y, después, coge el micro para bailar y cantar, ya nos damos cuenta de que aquí, los tres intérpretes saldrán a caballito. 'Mal de coraçon' tiene muchas capas, desde los tres personajes que han perdido el tren de la vida hasta la identidad de Santa Teresa (¿era catalana?) y de qué sirve el teatro. Una maraña de ideas dramáticas que parece de mal acoplar, pero que Jiménez une con un gran sentido del ritmo y tirando de canciones pop, desde 'Like a virgin' a 'Ne me quitte pas'.
En medio de todo, los versos de la gran poeta mística (“Nada té turbe; / nada te espante; / Todo se pasa; / Dios no se muda; / la paciencia / todo lo alcanza. / Quien a Dios tiene, / nada le falta. / Sólo Dios basta”) van resonando en escena, como un mantra, invitándonos a cambiar a Dios por lo que queramos. Digámosle 'amor', 'teatro', 'amigos' o lo que más os guste. Id y probadlo. 'Mal de coraçon' no es perfecta, pero poco le falta.