Love, love, love

¿Qué responsabilidad tienen los idealistas nacidos a finales de los años 40 y los años 50 del siglo pasado en el mundo que estamos sufriendo hoy? ¿Qué han hecho mal sus hijos, venidos al mundo en los años 70, por no haber sido capaces de cambiar nada? Estas son las preguntas previas que nos plantea Mike Barlett en 'Love, love, love', una obra que comienza en 1967, el día en que la pareja protagonista se conoce, se detiene en 1990 y termina en 2011, con los hijos ya rozando los 40 años. Y podemos decir que el autor inglés no tiene compasión ni por los 'boomers' ni por la Generación X.

Y la clave de todo la encontramos en el último acto, cuando Rosie (Clara de Ramon) vuelve a casa para pedir algo a los padres, Ken y Sandra (David Selvas y Laia Marull). Ella reclama, les dice que no ha tenido las mismas oportunidades que ellos, que ha hecho en la vida lo que le han dicho y ahora necesita que le ayuden. Padre y madre le preguntan: ¿por qué nos hiciste caso? Ante el egoísmo de unos, la docilidad de otros.

Selvas y Marull hacen un ejercicio de fregolismo generacional excelente

Julio Manrique dirige una obra hecha a medida, con unos Selvas y Marull que saben disfrutar de sus papeles, que son jóvenes, maduros y viejos en un ejercicio de fregolismo generacional excelente. Se lo pasan pipa y saben transmitirlo al público, que también disfruta de la función, con una banda sonora que interpela, sobre todo, a la Generación X, de Stone Roses a Pulp.

'Love, love, love' no es nada que no hayamos visto antes, ciertamente. Como en obras anteriores de La Brutal, el conflicto es de corte anglosajón e intergeneracional, de 'Romeu i Julieta' a 'La meravellosa família Hardwicke'. La diferencia aquí radica en que todo es más rápido, más grácil, que el ritmo es endemoniado y que los cuatro intérpretes saben a qué juegan. Y que quieren ser espejo. Son intérpretes y espectadores.