Litoral es la primera parte de la tetralogía Le sang des promesses, del escritor libanés Wajdi Mouawad, de quien hace unos meses pudimos ver la segunda entrega, Incendios, convertida en un gran éxito de crítica y de público bajo la dirección de Oriol Broggi. Una tetralogía en la que cada obra funciona independientemente, pero que tienen unas conexiones temáticas y de estructura así como la voluntad del autor de construir unos poemas dramáticos con resonancias clásicas. Obras levantadas sobre una realidad muy concreta, la guerra del Líbano (aunque no es diga) y sus consecuencias, que él mismo sufrió.
En Litoral, la historia arranca con un joven que está copulando y recibe una llamada en la que le comunican la muerte del padre, del que pocas noticias había tenido. Wilfrid expresa entonces la gran pregunta: "¿Quién soy?", Ilustrada por las circunstancias de su nacimiento y la reacción de los familiares occidentales. Comienza entonces la epopeya, el viaje para enterrar a su padre en la tierra perdida, donde este nació y donde Wilfrid fue concebido y hasta donde se desplazará, acompañado de un muerto que habla y de un caballero que es un sueño de infancia.
La presencia de un cadáver que habla, y se pudre, y el viaje, son el corazón de una peregrinación que denuncia, como Incendios, los horrores de la guerra y al mismo tiempo reivindica la memoria histórica que fundamenta la existencia de un conjunto humano y expone el dolor de la falta de identidad de los exiliados, los que perdieron sus raíces. Obra ambiciosa que nos llega en traducción suficientemente ágil y precisa puesta en escena de Raimon Molins, que acierta plenamente en las transiciones de las escenas.
El autor tiene muchas historias que contar y un imaginario desbordante y eso le pesa, a Litoral, que con una buena peinada mantendría mejor la indudable tensión dramática. Molins maneja bien los intérpretes que asumen una quincena de personajes en un espacio escénico muy adecuado, dúctil y funcional de Ricard Prat. Marc Rodríguez (Wilfrid) conduce el viaje y tiene suficiente fuerza para llevar con él. Lluís Marco (el muerto) muestra que tiene herramientas para cualquier papel. Brillante. Destacamos también Pepo Blasco, David Verdaguer y Xavier Ruano. Las dos actrices son la parte más débil de un conjunto de intérpretes entregados por transmitirnos el drama con toda intensidad y credibilidad. Al fin, una función de notable interés.