'La obra del vibrador' es el subtítulo de 'L’habitació del costat' de Sarah Ruhl. Efectivamente ese artilugio de estimulación –en los albores decimonónicos de su expansión comercial– es el artefacto que provoca en apariencia una profunda transformación en un grupo de mujeres de la costa este norteamericana de finales del siglo XIX. El mundo de Edith Wharton y Henry James encerrado –y dinamitado– en la consulta-hogar de un ginecólogo y especialista en “histeria femenina”. La disfunción inventada por los hombres para no enfrentarse a la insatisfacción sexual de la mujer victoriana. Pero el verdadero catalizador no es la primitiva máquina enchufada a la naciente electricidad. Es mucho más importante la creación espontánea de una logia femenina de intereses, deseos y silencios compartidos y su profunda transformación, especialmente la de la esposa del doctor (Catherine), interpretado con efervescente entrega por Carlota Olcina, en un viaje interpretativo de un personaje de Louisa Mary Alcott a otro de Joyce Carol Oates.
Julio Manrique ha capturado la anacrónica escritura dramática que impregna el texto (lenguaje y contexto de novela victoriana para un discurso que rompe todos los tópicos de época y con una sorprendente carga simbólica) para levantar una producción que exige del excelente reparto una interpretación de muchas capas y pliegues sin perder nunca la compostura del marco histórico y del corsé moral. Destacadas actuaciones también de Mireia Aixalà (la paciente que descubre su sexualidad) y Alba Florejachs (la comadrona ayudante del doctor) que desde un papel menor y casi sin texto hace una auténtica creación con un repertorio maravilloso de miradas que hablan por sí solas.
Autora: Sarah Ruhl. Traducción: Joan Sellent. Dirección: Julio Manrique. Con: Mireia Aixalà, Ivan Benet, Alba Florejachs, Adeline Flaun, Pol López, Carlota Olcina y Xavi Ricart.