Dramaturgia: Lluís Hansen y Ricard Farré. Intérpretes: Enric Cambray y Ricard Farré.
Tenemos un padre calzonazos, una madre esnob, una hija soñadora, su hermana altiva, la tía presumida, el pretendiente naïf, el literato farsante y la criada ruda. Un cóctel explosivo -y típic- en el que Molière se ríe de los intelectuales, en una comedia en la que pasa factura a todos aquellos de la alta sociedad francesa del siglo XVIII que se mofaban de él para dedicarse a entretener al pueblo. En manos de Enric Cambray y Ricard Farré, la pieza se convierte en un ejercicio de travestismo que va a la velocidad del rayo, tan simple, tan divertido y tan bonito que nos engancha desde el primer minuto y nos deja admirados en cada nueva escena, mientras los dos únicos actores se desnudan, van mostrando sus trucos, se olvidan de las pelucas...
No soy fan de Molière, ni mucho menos, ya que me parece un autor caducado. Pero con este 'Les dones sàvies' me he tenido que comer los prejuicios. Si Farré no tuviera ese tono de voz tan elevado –al Maldà no necesita gritar–, la pieza sería perfecta, ya que tanto él como cambray nos hipnotizan. La escena en que el señor Conill, el literato, usa el 5 x 10 –ya descubrirán que es– para hacer cualquier discurso es de bandera.
No soy fan de Molière, ni mucho menos, ya que me parece un autor caducado. Pero con este 'Les dones sàvies' me he tenido que comer los prejuicios. Si Farré no tuviera ese tono de voz tan elevado –al Maldà no necesita gritar–, la pieza sería perfecta, ya que tanto él como cambray nos hipnotizan. La escena en que el señor Conill, el literato, usa el 5 x 10 –ya descubrirán que es– para hacer cualquier discurso es de bandera.