'L'aranya'
Foto: David Ruano / TNC 'L'aranya'

Reseña

L'aranya

4 de 5 estrellas
Jordi Prat i Coll se apropia de Guimerà con mano maestra y convierte 'L'aranya' en una pieza de orfebrería dramática donde brilla todo el reparto
  • Teatro
  • Teatre Nacional de Catalunya, Fort Pienc
  • Crítica de Time Out
Andreu Gomila
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Time Out dice

Lo que ha hecho Jordi Prat i Coll con L'aranya es un triple salto mortal sin red, del cual ha salido sobradamente airoso. Ha tomado una obra poco representada de Àngel Guimerà de principios del siglo XX y la ha tratado como si se estuviera enfrentando a un Ibsen, es decir, le ha quitado el polvo y la ha llevado a su terreno. Ha cambiado 1906 por 1968, Barcelona por Girona, los nombres de los personajes, el dialecto, ha añadido canciones y, sobre todo, ha convertido una obra de tono trágico más bien costumbrista en una pieza milimétrica que se mueve por una cuerda finísima entre el drama y la comedia.

Con la primera escena nos lo dice todo. Tenemos a Rosa (Mima Riera) en su tienda, pelando patatas, y de repente aparece Pilar (Berta Giraut) convertida en un personaje de La Cubana. Al poco rato, llega su marido, Cadernera (Jordi Vidal), que sigue el juego. Se gritan, se pelean. Reímos. Pero la risa se corta de golpe cuando la mujer nos explica cómo perdió a sus tres hijos, cómo acunó, piel con piel, a sus gemelos muertos al nacer, cómo murió la niña que solo tenía tres primaveras. Aquí ya estalla el drama, ya sabemos que la pieza va de eso, de la frustración de una pareja joven que no puede tener descendencia.

Todos los intérpretes merecen un fuerte aplauso

L'aranya cuenta la historia de esta pareja, Rosa y Miquel (Albert Ausellé), y cómo el Sebastià de turno teje una trama, una telaraña, para conseguir lo que quiere e introducirlos, moralmente, en la miseria. El villano es Grimau (Jordi Rico), el dueño de la tienda, que cuenta con la complicidad de Isabel (Paula Malia), una barcelonesa liberada que se presta a seducir a Miquel.

Prat i Coll ha hecho contemporáneo a Guimerà, variando ciertos comportamientos de los personajes. Y es cierto que si hubiera seguido al pie de la letra el guion original, nos habríamos ido del teatro con la sensación de que nuestro clásico no se había atrevido a llegar hasta el final. Porque, después de Casa de nines, ¿es plausible que Rosa lo aguante todo y no reaccione? En la vida real, seguro que pasa. Pero en 2025, en un teatro, la cosa debía ir por otro camino.

Mima Riera hace su primer papel protagonista en la Sala Gran con un personaje que evoluciona de manera dramática. Vemos su inquietud, la desesperación y cómo acaba abriendo los ojos. Extraordinaria. A su lado, un Albert Ausellé convertido en un Manelic más maduro, pero igualmente ingenuo. Muy bien. A su lado tienen el futuro que les espera, Pilar y Cadernera, interpretados por una Berta Giraut y un Jordi Vidal de matrícula de honor. Todos los intérpretes merecen un fuerte aplauso.

Prat i Coll ha vuelto a demostrar que es un gran lector, que no le importa meterse en el barro con Rusiñol, con Guimerà, para convertir sus obras de hace cien años en clásicos contemporáneos que siguen hablando de nosotros. No se le escapa ningún detalle. Sabe ser travieso y guardar la ropa, sabe mirar atrás sin quedarse atrapado en el pasado. Sabe hacernos disfrutar del teatro sin traicionar a nadie. Y es una suerte que pueda seguir trabajando en el TNC, en la Sala Gran.

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Detalles

Dirección
Teatre Nacional de Catalunya
Pl. de les Arts, 1
Barcelona
08013
Transporte
Glòries (M: L1), Monumental (M: L2)
Precio
16-32 €

Fechas y horas

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