Cuando se enciende la luz cenital, M y J se despiertan excitadas. No saben cómo han ido a parar aquí. Una estaba en el tren. La otra dormía. No saben dónde están, qué hacen, en este pedazo de tierra, una parcela cuadrada donde sólo pueden hacer cuatro o cinco pasos, por qué están allí. Parecen Didí y Gogó, los dos hombres que esperan a Godot. Pero no vienen del mismo lugar. No esperan nada. Bueno, sí, esperan una respuesta, la que sea. "No hay nada que hacer", se dicen.
Más que la obra magna de Beckett, Lara Díez Quintanilla ha escrito una evolución del 'Huis clos' sartriano, haciendo énfasis en la desconfianza, el azar y el género y cambiando el infierno por el purgatorio. Porque M y J no son siempre las mismas personas, aunque tengan el mismo cuerpo. Están en tránsito. Cuando llega este momento, nos estalla la cabeza, nos damos cuenta de que no estamos ante un ejercicio posdramático cualquiera, sino ante una pieza que recoge pensamiento e ideología, un cierto nihilismo, ciertas obsesiones. Todo muy bien llevado por Marta Marco y Judit Farrés, dos actrices que tienen el reto de cambiar de personalidad a la velocidad del rayo.
Texto y dirección: Lara Díez Quintanilla. Intérpretes: Judit Farrés y Marta Marco.