La obra de Koltès permite diferentes aproximaciones. Desde aquel magnífico monólogo con el que Mingu Ràfols lo dio conocer entre nosotros (1993) hasta la función de Àlex Rigola en Temporada Alta 2007, donde repartió el grito del protagonista en seis voces. La propuesta de Moreno Bernardi en la Akadèmia se basa en el texto de Koltès, pero subvierte la forma imponiendo por encima de la palabra una lectura visual y coreográfica que desnaturaliza el trasfondo del relato convirtiéndolo en un partitura visual de sonidos y movimientos de ascendencia expresionista.
La poética de Koltès tiende a desaparecer bajo la repetitiva cantinela impostada, bajo los giros vocales exagerados y el texto se convierte en un instrumento más de esta composición sonora de imágenes mayormente irrelevantes. Esta creación no funcionaría sin el compromiso de los intérpretes, David Menéndez y Guillermo Gefaell, entregados a la composición gestual y una vocalización de gran fisicidad en medio de un diseño de luces oscuro y traidor que tantas veces les roba incluso las expresiones. Sin duda son lo mejor de esta entusiasta obra de laboratorio.