Guy Cassiers es un maestro a la hora de trasladar al teatro grandes novelas, del 'Orlando' de Virginia Woolf a 'Las benévolas' de Jonathan Littell, a menudo a través de interpretaciones estáticas que hacen recaer todo el peso de la función en el rostro de los intérpretes y en los elementos visuales. Y a la hora de adaptar la pequeña gran obra de Philippe Claudel con un actor desconocido para él, Lluís Homar, el director flamenco ha conseguido llegar al mismo punto de emoción que siempre alcanza, con la historia por delante, aunque la sala Fabià Puigserver del Libre sea un obstáculo difícil de salvar cuando lo que se quiere es intimidad, recogimiento, concentración.
Homar sale airoso haciendo todos los papeles del auca, como en 'Terra baixa', ocupando el lugar del narrador, del señor Linh y de su amigo, el señor Bark, e interactuando con la imagen videográfica. Él es el hombre que ha huido de una guerra con su nieta de seis semanas, quien intenta adaptarse a una nueva ciudad que no huele a nada, pero también es el señor gordo, y viejo como él, que le da conversación en un banco, y a la vez es la voz exterior que coloca adjetivos al relato, al drama. Porque el señor Linh es un hombre que se aferra a algo para sobrevivir y topa con un mundo nuevo que no ve nada. Una triste y bella metáfora de nuestros días.
Dramaturgia: Erwin Jans y Jérôme Kircher. Dirección: Guy Cassiers. Con: Llúis Homar.