Dos estrellas y una es exclusivo mérito de unos músicos y bailarines que están muy por encima del producto en el que ponen toda su energía. Están muy por encima de su coreógrafo, sus tres directores –el trabajo de Hansel Cereza es tan personal como el de Balagueró en 'OT, la película'–, del concepto de un espectáculo que no aguanta ni la comparación con un concurso de talentos televisivo.
Cuando 'La fuerza del destino' y sus cantantes solistas se limitan a reproducir la modestia popular de un concierto de fiesta mayor este derivado de 'Hoy no me puedo levantar' –el musical que también machaca la simplicidad pop con elefantiasis dramática–, el tiempo pasa con el pecado inconfeso de saberse las canciones de Mecano. Pero les puede la necesidad de empaque, y ahí los guionistas sólo provocan sonrojo y estropean el aroma a palomitas de maíz que inunda el Tívoli.
(Crítica realizada durante las funciones de la obra en el Teatro Tívoli en 2014)