Roger y Clàudia acaban de separarse pacíficamente, al parecer. Pero sólo lo parece. Ella va a la casa familiar para recoger ropa de invierno donde el ex marido se hace el encontradizo. Discutirán. Claro. Y lo harán por su hijo. ¿Otra obra sobre la ruptura del matrimonio y la confrontación entre los cónyuges? Pues sí, pero con una particularidad importante. Roger es un maltratador psicológico. Algo que ha marcado a Clàudia.
Jordi Casanovas construye una danza verbal, un río de palabras con las que la pareja se golpea y hiere hasta provocar una tragedia. En mi opinión, sin embargo, se trata de un duelo desigual porque el autor ha vestido y fornido mucho mejor a Roger, editor, culto y con una cínica actitud dialogante que enmascara su machismo, que a Clàudia, madre sin vida profesional y con antecedentes psiquiátricos.
Casanovas describe con gran acierto las formas del maltrato sin sangre y los espléndidos diálogos funcionan creando tensión y por momentos suspense hasta que en el tramo final el autor introduce un golpe de efecto para concluir la historia de forma rotunda y hacer honor al título de la obra. Y es en este tramo final donde se tambalea la credibilidad. ¿Por qué? En parte diría que porque la meticulosa dirección de actores de Pere Riera, que hasta ese momento ha conducido el drama con intensidad, cede a una exageración melodramática que chirría. Y es que la venganza se sirve fría.
Sin duda que el gran aliciente de la función es el trabajo de Laia Marull, seguramente lo mejor que ha hecho en teatro y un papel que recuerda al que encarnó en la película 'Te doy mis ojos', y de Pablo Derqui, magnífico en la expresión de la violencia amenazante aunque con algún grito de más. Un gran duelo interpretativo.
Autor: Jordi Casanovas. Dirección: Pere Riera. Con: Laia Marull y Pablo Derqui.