De: Hanoch Levin. Direcció: Carme Portaceli. Amb: Pere Arquillué, Jordi Brunet, Lluïsa Castell, Jordi Collet, Gabriela Flores, Carme González, Oriol Guinart, Mónica López, Pepa López, Joan Negrié, Albert Pérez.
Una barrio gris en una ciudad gris y un ramillete de personajes de vida gris tuneados hasta el esperpento. Este es el mundo que describe el dramaturgo israelí Hanoch Levin (1943/1999) en 'Krum', un mosaico de frágiles seres humanos que buscan compañía, que buscan calor humano sin demasiada suerte. ¡Qué solos que están! 'Krum' es una obra bastante coral con un personaje que reparte juego y que es el único que asume su inutilidad sin caer en los brazos del sueño reparador.
'Krum' es una tremenda tragedia moderna porque el destino de los personajes es inalterable hagan lo que hagan. Una tragedia extrapolable a tantas barriadas del mundo que muestra las pequeñas miserias humanas en una madriguera sin esperanza. Los personajes son víctimas pero también responsables de su decadencia. Y, sin embargo, la función tiene bastante humor. Un humor imprescindible para suavizar lo que vemos y sentimos. Y un humor que la directora, Carme Portaceli, hace brotar y hasta lo acentúa en un puesta en escena conmovedora, impactante y llena de brillantes soluciones.
'Krum' habla de un mundo real, pero no es un texto realista y en esto es decisivo el movimiento y la gestualidad de los personajes con los que se establece un distanciamiento suficiente para preservar nuestra comodidad individual. Al mérito de la directora, que firma uno de sus mejores trabajos, debemos añadir el de todos y cada uno de los intérpretes. ¡Qué casting! ¡Qué interpretaciones! Chapeau. Casi imposible destacar a alguien, pero nos quedamos con el histrionismo de Oriol Guinart que interpreta al que llaman el afligido. Tremenda Lluïsa Castells. Qué pareja forman Albert Pérez y Carmen Gonzalez. Pere Arquillué, como siempre, generoso y magnífico. 'Krum', un teatro demoledor.