El policía de las ratas

Joan Carreras es 'El policía de las ratas'

El actor protagoniza en el Lliure la teatralización del cuento de Bolaño hecha por Rigola

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Joan Carreras es un actor contemporáneo. Y esto quiere decir que es en los textos actuales y en la revisión de los clásicos con todas las consecuencias donde se siente más cómodo, donde esta fuerza, esta valentía, esta osadía que ha demostrado sobre los escenarios se hace patente. Sabe que hay gente que prefiere las túnicas a las pistolas, pero él es partidario de la revisión. "Si queremos que el teatro esté presente en la sociedad, debe renovar la forma de hacer teatro", aduce. Si de lo que se trata es de ir hasta el extremo, bienvenido sea. Si de lo que se trata es de darle voz a uno de los grandes escritores de los últimos tiempos, cueste lo que cueste, sea como sea, mejor. Por eso cuando lo vemos dentro del papel de Pepe el Tira, el protagonista de 'El policía de las ratas', de Roberto Bolaño, no podemos hacer nada más que alegrarnos.        

Cuando habla de autor chileno, a Carreras se le iluminan esos ojos tan grandes que tiene. Hace seis años fue uno de los protagonistas de la puesta en escena que Àlex Rigola hizo de la obra magna de Bolaño, '2666'. Allí fue un estudioso, un matón, un poli y, sobre todo, Benno von Archimboldi. Ahora es simplemente un detective que busca la verdad por las alcantarillas. "Verdades que duelen", remarca. Porque uno de los lugares donde llega Bolaño en este cuento es a la descripción de la estupidez del mal, la insensatez del asesinato, cómo "la sociedad es capaz de aniquilar a la propia sociedad".

Ser una rata, hacer de rata, no ha sido un problema para Carreras: Pepe el Tira es un roedor que se mueve por túneles, agua estancada, peste y depredadores. Vive solo y busca cobijo en cualquier lugar. Descubre una muerte extraña, no habitual, e intenta llegar hasta el fondo. Carreras nos dice que el cuento es una parábola sobre la búsqueda de la verdad, al mismo tiempo que hace una reflexión brutal sobre el arte: "La excepcionalidad comporta ser excluido, visto con miedo, como un estorbo". Y en el mundo de Bolaño, y en el nuestro de cada día, el artista es una amenaza.

'El policía de las ratas' es una obra breve, intensa, de una hora escasa de duración, y obliga a los intérpretes, Carreras y Andreu Benito, a meterse de lleno en el personaje. La verdad es casi inalcanzable, pero sí se puede conseguir. "La frontera entre el personaje y quien eres tu es muy delgada", dice Carreras. Además con un texto narrativo entre las manos, no puede fingir. "Es como estirar dos cuerdas a la vez, la de la implicación y la de la concentración", aclara.

Recuerdo de '2666'
Volver a Bolaño, aunque sea durante 50  minutos, significa muchas cosas para Carreras. Con '2666' lo descubrieron teatralmente, por su capacidad, dice el actor, de construir personajes, explicas historias, involucrar a los personajes teatralmente. Caracteres "llenos de vida, con cosas que decir". Y dar cuerpo a unas palabras que tienen tanto alcance es un reto dulce para cualquier intérprete contemporáneo, que busca historias que le afecten, que hagan que su cabeza de loco de los videojuegos, de padre principiante, amigo de sus amigos y fan de las troupes, se acelere.

Entre algunos de los méritos de Carreras podemos contar el de haber hecho más de 20 obras con Àlex Rigola. Ha perdido la cuenta. Son, claro, amigos y él incluso es el padrino de una de las hijas del director. Y está plenamente en el proceso de desnudo de Rigola, de contrición emotiva, de revisión contemporánea y radical de obras capitales de nuestra tradición cultural. "Está buscando la verdad, desnudarse al máximo para que sólo quede la historia", explica el actor. Y él, también asegura que en estos años de oficio se ha ido "desposeyendo de artificios".

Quisiera llegar al final del camino sin muletas, ni tics, "para encontrar verdades que estén dentro". Es, asegura, su proyecto profesional de vida. No se le ha pasado nunca por la cabeza coger la batuta, y dice sentirse agradecido porque Rigola le ha permitido trabajar "personajes muy grandes", de Von Archimboldi a Macbeth. Con él hizo el clic con el James Lingk de 'Glengarry Glen Ross', con el Jan de 'Rock'n'roll', con el Brick de 'Gata sobre teulada de zinc calenta'. ¿Te ha perjudicado ser un Rigola 'boy'?, le preguntamos. "Me ha beneficiado. Si no lo viera tan apasionado, no me interesaría", responde. Esto no quiere decir que trabaje en exclusiva para Rigola, y reconoce que le gustaría ponerse a las órdenes de Ramon Simó, Julio Manrique y, porqué no, Romeo Castellucci, de quien se enamoró el agosto pasado en la Bienal de Teatro de Venecia, porque es un genio normal.

Heartbreak Hotel
Con Rigola y Benito, asimismo, acaba de fundar una compañía a la que le auguramos mucho futuro: Heartbreak Hotel. 'El policía de las ratas' es su primer proyecto y nos olemos que se hablará de ellos. Rigola vuelve a tener entrada en Europa y no le faltan proyectos, ni trabajo. La primavera que viene, por ejemplo, dirigirá '2666' en la Schaubühne de Berlín, la catedral del teatro centroeuropeo. Carreras no duda a la hora de responder que le encantaría volver a la novela de Bolaño, aunque, confiesa, "mi alemán no es lo bastante fluido". A pesar de esto, no hay ningún personaje de la historia del teatro -de los que no ha interpretado- que codicie intensamente. Quisiera hacer un Pinter o un Chéjov, autores que Rigola, por cierto, no ha asediado todavía.

Lo que a él le gusta es trabajar en grupo. Ser secundario en una compañía antes de aparecer en los carteles como reclamo para que el público corra a ver una obra  tiene mucho que ver. Por eso nos hablaba antes del James Lingk de 'Glengarry Glen Ross', obra en la que tenía veinte frases y estaba mucho rato escuchando. "Con el tiempo aprender que una de las mejores cosas que tienes como actor es escuchar; escuchar a un compañero para hacerlo más grande", apunta. Carreras cree en los grupos, en las compañías, y en la necesidad de los actores de refugiarse en una familia, la 'troupe'.

Y si le preguntamos cómo se ve como actor, lo tiene claro: "No quiero parecerme a un actor, quiero acercarme a no actuar; no quiero que se me vean los trucos", confiesa. "No me hace especialmente miedo equivocarme: es imprescindible para crecer y si te proteges demasiado, acabas limitando tu vuelo", añade. Carreras se ha equivocado a la hora de enfocar personajes, decidir trabajos, o cuando pensaba que sentirse débil era un error. Con Bolaño, hace seis años, dio un gran paso. Con Pepe el Tira nos permitirá saborearlo de nuevo.

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