Autor: Wajdi Mouawad. Director: Mario Gas. Amb: Nuria Espert, Laia Marull, Ramón Barea, Álex García, Alberto Iglesias, Candela Serrat, Lucia Barrado i Germán Torres.
Vuelve Wadji Mouawad. Aquella tragedia moderna con ecos de los clásicos griegos y Shakespeare que nos sacudió hace cinco años en la lectura de Oriol Broggi vuelve de la mano de Mario Gas y con un reparto encabezado por Nuria Espert. Hay que decirlo porque la actriz supera en este espectáculo cualquier referente anterior. Domina la escena. Coloca las palabras y los silencios con una turbadora emoción que golpea. El monólogo del segundo acto en el que Nawal consigue el milagro de dirigirse directamente a cada uno de los espectadores.
Espert es Nawal, la madre, en este viaje iniciático de sus dos hijos, a quien deja en herencia la exhortación de encontrar a su padre y un hermano del que desconocían incluso la existencia. Una obra monumental en el que la búsqueda de la memoria se convierte en una mirada sobre la esencia del ser humano cuando ha perdido cualquier razón y ha dejado que la brutalidad se imponga a su alrededor. El texto de Mouawad toma ahora un sentido próximo cuando el médico describe la confrontación entre hermanos de un pueblo como una historia interminable donde nadie podía saber cuál era el origen de la disputa.
La lectura de Mario Gas es más comprensible, también más fría y menos poética y apasionada que la de Broggi, pero igualmente contundente, por momentos estremecedora, con un conjunto de actores bien dirigidos. Muy humano Ramón Barea, sobre todo como notario. Notable Laia Marull, aunque un poco nerviosa en el primer acto. Magnifica Lucía Barrado. Y al final, Gas propone una imagen fraternal y silente de aquella reconciliación que parecía imposible.