'Ifigènia' (Emma Vilarassau, Pere Arquillué)
Foto: Sílvia Poch / Teatre Lliure 'Ifigènia' (Emma Vilarassau, Pere Arquillué)

Reseña

Ifigènia

3 de 5 estrellas
Emma Vilarasau y Pere Arquillué protagonizan una particular versión de la 'Ifigenia' de Eurípides que no llega a despegar
  • Teatro
  • Crítica de Time Out
Andreu Gomila
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Time Out dice

Es curioso, el teatro. Puedes tener un texto contrastado por 25 siglos de tradición, dos de los mejores intérpretes del país, unas posibilidades despampanantes, y lograrlo solo a medias. Porque la 'Ifigènia' de Alícia Gorina en el Teatre Lliure es eso, un montaje que promete, que exclama belleza, que solicita una mirada atenta, pero que termina en un hacha que todos saben dónde está y quieren desenterrar, actores y actrices subiendo y bajando escaleras y un coro que canta los pies de página.

El dramaturgo Albert Arribas ha fusionado las dos partes de la historia escrita por Eurípides en el siglo V a.C. 'Ifigenia en el Áulide' e 'Ifigenia entre los tauros', en una propuesta coherente, sintética, que se pone en marcha con el anuncio del sacrificio de la hija de Agamenón y Clitemnestra para que los barcos griegos puedan atacar a Troya para rescatar a Helena y termina con el reencuentro de Ifigenia con su hermano Orestes en territorio de los bárbaros, con el objetivo de regresar a Grecia. Nada que decir. El problema ocurre en medio, incluso antes, cuando el espectáculo comienza y tenemos un coro de cinco chicas que nos va ofreciendo información que no necesitamos, un cursillo acelerado de mitología griega.

Cuando el espectáculo avanza, todo gana grosor, sonoridad

Hasta que Clitemnestra (Emma Vilarasau) e Ifigenia (Marta Ossó) discuten en Agamenón (Pere Arquillué) su decisión de sacrificar a su hija, el espectáculo no levanta un poco el vuelo. Aquí saltan chispas. Tres intérpretes airados, que se juegan la vida en medio de un desierto. Bravo. Pero han pasado tres cuartos de hora y el riesgo de desconectar es fuerte.

Cuando el espectáculo avanza, todo gana grosor, sonoridad. El coro canta y no informa. Los actores y las actrices viven, se decepcionan, se sorprenden, matan. Hay escenas de gran belleza aquí. Y ver a Arquillué y Vilarasau sacrificándose mutuamente, como ella lame su cuerpo, como él descarga el hacha sobre ella, conmociona.

Sí, todavía hoy existen guerras terribles en las que se sacrifican inocentes. Y sí, los oráculos siempre mienten

Más tarde, Arquillué se convierte en Orestes y Vilarasau en Ifigenia. Han pasado los años, los monarcas han muerto y solo quedan sus hijos. Hemos pasado de 'Ifigenia en el Áulide' a 'Ifigenia entre los tauros'. Y vuelve la duda, que ya habíamos percibido antes: ¿no son unos protagonistas demasiado mayores para realizar estos papeles? No debemos olvidar que Clitemnestra, en el momento de sacrificar Ifigenia, acaba de dar a luz a Orestes, que lleva en brazos. Y este e Ifigenia, en la segunda parte, son todavía dos jóvenes que quieren volver a casa.

La edad, sin embargo, es una convención. No lo es que hay que empezar bien un espectáculo para que el público no se vaya, al menos en espíritu. Enmendar la página a los clásicos y hacerles decir cosas políticamente correctas para nuestros días, aunque sea cantando, no convierte un espectáculo en más contemporáneo. Sí, todavía hoy existen guerras terribles en las que se sacrifican inocentes. Y sí, los oráculos siempre mienten. Ninguna novedad. El arte aspira a más.

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