De entrada, tenemos una obra delgada, que habla de la crisis de los 30 y de un futuro demasiado incierto, habla del tránsito de la juventud a la madurez, a través de una mujer (Gemma Martínez) que piensa escribir una carta sobre como se imagina el futuro para abrirla dentro de diez años, quizá veinte. El artefacto no funciona, ni con la ayuda del piano y las canciones en directo de Lara Sendim. No nos conmueve. Una pieza demasiado inocente para los tiempos que corren.
Hace años, en la Beckett, Marta Angelat hizo 'El año del pensamiento mágico' de Joan Didion, donde una mujer madura que había perdido el marido se enfrentaba al futuro. Tenía todo lo que no tiene la obra del Maldà.