Casanova en directe es una mirada diferente a los acontecimientos que desembocaron en la derrota del Once de Septiembre, una aventura teatral dirigida por Oriol Broggi en la que Rafael Casanova y su ayundante, Mateu, comparecerán ante los medios para explicar en primer persona y de forma detallada cómo luchan los barceloneses asediados y cómo es la vida tras las murallas. Hemos aprovechado la ocasión para preguntarle sobre nuestra ciudad.
¿Nos podría decir cuáles son sus restaurantes preferidos de Barcelona? ¿Y cuáles son los platos con los que se le hace la boca agua?
No, yo no voy a... ¿cómo lo ha llamado? ¿resta qué? Lo que más me gustaba era el rustido que me hacía mi mujer y que nos comíamos en familia los domingos, de vez en cuando, porque tampoco se podía comer rustido cada día. Me gustaban mucho las sardinas a la brasa que a veces como en Casa Maria, cerca del puerto, y la coca de recapte que hace, hacía, mi vecina. Cuando voy a Moià como carne de jabalí, después de ir de caza, pero todo esto es muy ocasional... El día a día, y ara en pleno asedio, tengo que decir que a penas comemos un pan que parece harina mojada.
¿Cuál es el local imprescindible para pasar una noche de fiesta en la cidad? ¿Y dónde llevaba de marcha a los ingleses, cuando eran amigos suyos?
¿Qué quiere decir marcha? Nosotros bebemos cerveza y cualquier lugar es bueno para pasar un rato con los amigos. Con los ingleses hacemos competiciones para ver quién es capaz de beber más cervezas seguidas. Un día gané, pero no recuerdo nada, así que no sé cuántas me llegué a beber, me desperté en la Casa de la Lleona, allí cerca de la calle Avinyó, rodeado de mujeres hermosas y ardientes. Rodeado también de ingleses que parecían felices.
¿Cuál es su rincón preferido de Barcelona? ¿Ese al que iría a pasar un rato, reflexionar o tener una charla con amigos?
Para mi el mejor lugar de la ciudad es mi despacho, en la calle Banys Nous. Me gusta mucho estar allí, es donde antes hacía de jurista. Allí encuentro el silencio y la concentración. También el espacio perfecto para tener conversaciones con mis amigos. Ahora, si un día desapareciera, ya sabéis dónde me encontraríais.
¿Es presumido? ¿Cuáles son las tiendas donde le gusta comprar su vestuario y qué pieza de ropa no falta nunca en su armario?
Escuche, ¿usted cree que tengo tiempo para ser presumido? Cosas más importantes están pasando estos días en nuestra ciudad. En casa las cuestiones con el comercio las lleva mi mujer. Yo no voy de compras ni pierdo un segundo con estas boberías. Hay gente que está muriendo, hay hambre y hay una guerra... ¿Qué no lo ve?
El estilo de sus pelucas ha pasado a la historia. ¿Dónde las compra? ¿Tiene algún peluquero de confianza o se las arregla usted mismo?
De todas estas minucias se encarga mi mujer, ya se lo he dicho. Esto de las pelucas es muy molesto pero si no la llevas te toman por loco. Ya sabe cómo van estas cosas...
Sabemos que las apuestas están a la orden del día... ¿Le gusta jugar o tiene algún vicio oculto?
¿Cree que se lo explicaré? ¡Usted me quiere fastidiar! Los vicios forman parte de la intimidad. Quien esté libre que levante la mano. Pero le puedo confesar, que quede entre nosotros, que un juego sin apostar no es un juego...
Díganos una táctica infalible para triunfar y hacerse un hueco en el comercio de la ciudad.
Mirar siempre hacia adelante y proponer un producto de calidad. Bien elaborado, pensado y trabajado. Los catalanes somos así, poco a poco intentamos llenar la bolsa.
¿Qué ley le gustaría hacer o cambiar y todavía no ha tenido ocasión?
En estos días de asedio lo que me gustaría es poder garantizar a todos los ciudadanos unos recursos alimenticios básicos y una seguridad en sus casas. Que puedan tener unas necesidades básicas de vida cubiertas, esto todavía no lo he conseguido y me ha sufrir mucho.
¿Cuáles cree que son los principales problemas de Barcelona y cuáles son las cosas que más le gustan de la ciudad?
De Barcelona me gusta su carácter abierto y sus dimensiones. Me gusta poder caminar cerca de Rec Comtal y poder llegar hasta el mar, girar la cabeza y mirar Montjuïc y pensar que en un par de horas puedo cruzar la ciudad. Pero, claro, esto era antes, cuando la ciudad no estaba amenazada por todas partes.
¿Qué es lo más duro de sufrir un asedio? ¿Qué echa de menos de la Barcelona de antes de la guerra?
Echo de menos el silencio. Desde que estamos asediados no paro de escuchar ruido de fondo, y ruido que se convierte en amenaza. Las bombas de las tropas borbónicas han demolido tres cuartas partes de la ciudad. Han caído tres bombas por habitante. Hay que estar siempre alerta. Todo está descontrolado y desbordado