Él y el Toneelgroep Amsterdam nos dejaron boquiabiertos el año pasado con las Tragedias romanas de Shakespeare y ahora aspiran a hacer lo mismo con 'The fountainhead', una obra que acaba de estrenar en Holanda y que nos pone delante de tres arquitectos de los años 20.
Con Shakespeare dijo que buscaba descodificar el poder.
'The fountainhead' no va sobre el poder, aunque tenga que ver. Se pregunta: ¿deberíamos ser idealistas? ¿Cuáles son las consecuencias de hacerlo?
¿Hay otros antagonismos?
Individualismo contra socialismo. Ayn Rand, la novelista que escribió la historia, se opuso, no creía en el compromiso.
Vence el individualismo.
El individualismo es una forma extrema de liberalismo. Y ahora mismo, en Europa, creo que es muy importante ir al teatro y pensar en ello. Hay mucha gente que está votando esto.
¿Cree, pues, que el artista debe comprometerse?
Es mi dilema: el artista siempre debe dar lo mejor de sí mismo, a partir de sus ideales. Si esto lo hace un político, es muy peligroso, porque la sociedad debe vivir unida. El artista debería estar comprometido.
¿Qué significa para usted la palabra 'integridad'?
No hace las cosas para agradar a la gente. El teatro no debe complacer al público, sino irritarlo, tocarle el corazón.