Si a David Foster Wallace se le hubiera ocurrido ir al teatro, estoy seguro que le habría encantado la creación que Juan Navarro y Gonzalo Cunill han hecho a partir de varios relatos de 'Entrevistas breves con hombres repulsivos'. Por una sencilla razón: el fraseo hipnótico de Cunill. Y tal vez otra: como Navarro, que dirige la pieza, construye el espectáculo a través del sonido. No hace falta nada más. Dos actores (Cunill y Gemma Polo) y un músico (Rodolfo Castagnolo) que nos cuentan una historia, la viven, la experimentan y nos la envían directa a nuestro cerebro para que estalle. Exactamente lo mismo que hizo el autor estadounidense en su corta y brillante carrera literaria: desconcertarnos, jugar con nosotros, atracarnos y demostrarnos su talento.
De entrada, los actores, sentados, con un bodegón clasicón detrás, se cuentan cosas que aparentemente no tienen sentido mientras sueltan verdades absolutas, claves en la obra de Foster Wallace: las adicciones, su relación con las mujeres, la timidez, la depresión... Son un hombre y una mujer que hablan. Después se levantan, hacen una 'performance' con diferentes micrófonos, intentando expresarse desde dentro, y acabamos viendo una escena ridícula de una pareja que se separa. Por último, el caramelito, la representación de 'En lo alto para siempre', la fiesta de cumpleaños de un niño de trece años en una piscina. Cunill hace entrar seis espectadores a escena, los hace estirarse en tumbonas. No saben lo que les espera, como tampoco lo sabían los bañistas que veían al niño indeciso arriba del trampolín. Magnífico.
Creación y dramaturgia: Juan Navarro y Gonzalo Cunill. Dirección Juan Navarro. Intérpretes: Rodolfo Castagnola, Gonzalo Cunill y Gemma Polo.