Autor: Joseph Kessel. Basat en la novela de: Mary de Cork. Dirección: Oriol Broggi. Dramaturgia: Marc Artigau i Queralt y Oriol Broggi. Con: Miranda Gas, Borja Espinosa.
La primera escena de 'Els cors purs' ilusiona. Quizá nos invitan a un universo próximo al relato 'Los muertos' de James Joyce, el título final de 'Dublineses'. La reunión de amigos, la dulce melancolía subrayada por la música, las trincheras morales, la nieve que copo a copo entierra el paisaje de Irlanda. Se intuye mucha belleza en lo que está por venir.
Pero la función continúa y el viaje poético-literario que propone Oriol Broggi a partir de 'Mary de Cork' (la primera de las tres historias reunidas por Joseph Kessel) se consume en un tiempo ralentizado por un exceso de narrativa. Nada pasa ahora, todo se cuenta en pretérito perfecto. El intento de transformar los sencillos retratos de carácter y época en una oscura ensoñación escrita por Bulgakov sólo aumenta la sospecha de que en ese material no había un gran potencial dramático.
La historia de la madre que induce a su hijo al parricidio en un entorno de luchas políticas en un momento de auge del nacionalismo irlandés quizá le conviene una menor ambición teatral y carga estética en su puesta en escena. Es imaginable como lectura dramatizada entre las piedras de la Biblioteca de Catalunya. Una sesión en un círculo de complicidad, con los mismos buenos intérpretes (actores, actrices, músicos) que suben al escenario del Romea, con la misma –o incluso aumentada– selección musical, con la misma preciosa voz de Miranda Gas, aportando sensibilidad y evocación al cancionero irlandés.
Lo mismo, pero respetando la simplicidad de la literatura. Todo lo demás –incluida la constante sombría iluminación que invita al letargo invernal– es un pesado vestido que aleja al espectador de los corazones instintivos, violentos e íntegros de Kessel.